Al comienzo de la temporada pedí un compás de espera. Al fin y al cabo, con una excelente plantilla, bastaba organizarla para seguir con la senda de triunfos y borrar el oscuro fin de temporada de Ancelotti.

Dicen los que saben que el vestuario está descontento con Benítez porque nadie le entiende su pízarra llena de números y flechas, tan complicada que hasta podrían contratar a Natalia Springer para que traduzca con algoritmos los mamarrachos de Benítez.

Ahora, ni el Madrid es tan malo ni el Barcelona tan bueno, por lo que este resultado atípico genera suspicacia, como lo que sucede en el Chelsea. ¿Por qué de buenas a primeras un equipo se derrumba con los mismos jugadores que apenas unos meses antes brindaban calidad? ¿Habrá cajón de por medio?

El primer error de Benítez recién estrenaba puesto fue meterse con Cristiano. De entrada lo bajó del pedestal en que lo habían puesto sus goles y su ego y dijo que era uno de los mejores jugadores del mundo y no el mejor como esperaba el portugués.

Tres meses después el panorama es negro con una plantilla que no juega a nada, un entrenador que quiere convertir a un equipo de depredadores en defensores con un juego timorato, desordenado, obligando a los jugadores a transitar por donde jamás lo han hecho, desperdiciando su talento.

Pero no sólo es un tipo teórico, sin puta idea de la práctica, sino que, para completar tiene el Cristo de espaldas y las lesiones le diezman el equipo, obligándolo a improvisar, que es lo que peor sabe hacer porque lo sacan de su pizarra donde su mente cuadriculada encuentra acomodo. Sin la intuición del genio, termina desbaratando lo que queda del equipo.

Un camino de espinas para llegar al papelón, el día D, donde no caben las excusas porque por primera vez desde que llegó tenía a toda la plantilla a su disposición. ¿Qué hizo? Poner al once de gala, no el que requería el partido sino el que pedía Florentino y los hinchas.

BBC y James, sin importar que Benzemá no está para jugar por venir de una larga lesión y estar enredado en líos judiciales. y a James que como se vio con Colombia, aún no llega al 100% y sienta a Casemiro que con el correr de los partidos se ha convertido en un organizador del medio campo.

Con un Bale que lleva un inicio mediocre de temporada, un Cristiano que se niega a jugar para Benítez y para completar, un Kross que lleva tres meses desaparecido, junto con un Modric que aún no recupera la magia de la temporada pasada.

Sin creación y con una delantera maltrecha el Madrid no podía esperar otra cosa que la humillación. Quizás lo único rescatable de este partido caótico fue Marcelo tratando de jalar al equipo por su banda y los dos chispazos de James que trató con su zurda mágica de cambiar el libreto de un equipo sin alma. Pero hasta ahí. Sólo unos pocos fuegos artificiales que sirvieron para acentuar la impotencia general.

A grandes males grandes remedios. Benítez y Cristiano deben empacar maletas en julio y la nave blanca al garete, firmando una de sus peores temporadas, debe recibir a un entrenador que le recupere el alma, y parece que será Mourinho, y a un delantero letal como Lewandoski.

Pero mientras eso llega, con estos actores u otros que permita traer la chequera de Florentino, habrá que transitar por el purgatorio goleando a los pequeños y temblando ante los de arriba.