Un panal de abejas no se acaba a punta de martillazos y es lo que no ha entendido occidente y la frase de Putin es más grandilocuente que práctica, dicha para la tribuna. La poderosa Unión Soviética no pudo con los talibanes y salieron con el rabo entre las piernas de Afganistán. Parece que no aprenden.

Infortunadamente, Isis llegó para quedarse porque no es un ejército que salió de la nada. Es la respuesta de una tribu mucho más antigua que Estados Unidos y Rusia, que lleva una lucha milenaria contra los chiitas, ahora protegidos por Occidente, después de décadas de apoyar a los sunitas.

Isis tiene dinero, tiene poder territorial, tiene una religión y los une el odio y la venganza. Los expertos más optimistas calculan que se demorará una década al menos para ponerlos a raya. Seguramente se replegarán y esperarán su momento para volver a las andadas y resurgir como ahora lo hacen los talibanes.

Varias décadas de fanatismo quedan por delante. Estados Unidos, al derrocar a Hussein (luego de llevarlo al poder, financiarlo y sostenerlo) abrió una caja de Pandora que resucitó odios de muchos años.

Las tropelías, el saqueo y la estupidez de Occidente que se inventó países y fronteras, instaló dictadores y entrenó y armó sus ejércitos, ahora recoge las consecuencias. Como dice el viejo dicho: "siembra vientos y cosecharás tempestades".

Y no nos extrañemos que en un par de décadas, este Occidente que llama a una Cruzada contra Isis, al final termine pactando con ellos porque al fin y al cabo entre bomberos uno se pisan las mangueras.