Mi perro siempre dormía conmigo. Un domingo, nos levantamos y el perro se fue inmediatamente a la pieza de mi papá y se quedó con él todo el día. Era algo muy extraño ya que el perro sí visitaba a mi papá pero no se quedaba ahí, él paseaba por toda la casa y acompañaba mucho a mi mamá, pero no al viejo. Pero ese día se quedo todo el día, no se le separaba un solo instante. Ese día mi papá se sentía extraño y un poco mareado, pero nada que hiciera mucha alarma. A las 8 de la noche, mi papá no aguanto más ese "mareo tonto" y decidimos ir al hospital.
El doctor nos dijo que si nos demorábamos 15 minutos más, mi papá iba a sufrir un coma diabético y muy probablemente moriría. El perro sabía desde un comienzo que algo no estaba bien.
Después de ello Thorr, mi labrador, era el que nos avisaba si alguien se iba a enfermar. La gran beneficiaria: mi mamá. En más de una ocasión nos predijo ataques de ansiedad de los que ella sufría.
Luego yo viví casi un año en el extranjero, dejando a mi perro sin su compañero de cuarto. ¿Cómo lo vivió él? No entrando a mi cuarto, al que había sido su cuarto, durante 4 meses en mi ausencia. Todo porque yo no estaba.
Cuando volví, el ya dormía con mi hermana, y no volvió a dormir conmigo. Pero estábamos juntos de nuevo, así que ambos éramos felices.
El pasado febrero decidí irme a vivir solo, era un apartamento pequeño así que no me lo pude llevar, igual no le podía hacer eso a mi familia, lo querían más que a mí, no los culpo.
Me fuí un sábado. El lunes siguiente Thorr, mi labrador, tuvo una emergencia, lo llevamos al hospital y tocó operarlo, logró salir de esta, no pude ser más feliz.
Pero el perro no se quería recuperar, solo se animaba si nos veía a todos, así que lo visitábamos todos los días en la clínica. El siguiente jueves estábamos con él y ya era tarde, la doctora nos dijo que no nos despidiéramos porque él sabría y se pondría triste, así que nadie lo hizo, incluso yo, que fuí el ultimo que se alejó.
Cuatro horas después murió en la clínica, solo. No despedirme será algo que jamás me perdonaré. Se me fue lo más grande que tuve en los últimos 11 años, se me fue mi hermano, mi amigo, el mejor.
La gente siempre me pregunta por qué quiero tanto a los perros y por qué amaba tanto al mío. Yo siempre contesto lo mismo:
Por esto,
Por todo.
Para muchos era Thorr, mi labrador.
Para mí era mucho más, era Thorr, mi dios.