Más que el resultado lo importante es que Colombia recuperó la confianza y la memoria. No hay enemigo pequeño como tampoco grande. Puede que se gane o se pierda, pero los partidos hay que encararlos por igual, saliendo a comerse la cancha, a romperse el alma, a dar lo mejor de así se encuentre en el infierno mismo. A Uruguay se llegó relajado, con la convicción de que la victoria estaba escrita y sólo bastaba refrendarla y ya sabemos lo que pasó. Nos devolvieron con tres moños y el rabo entre las piernas. A Chile se llegó diferente, con el orgullo herido, señalados por todos, y respondieron.

Se salió a soportar la avalancha con tres volantes de marca. Pekerman aprendió y por eso, con Sánchez como eje, se la jugó con Mejía y un sorprendente Pardo al que no le pesó el debut, se puso la camiseta como si llevara muchos partidos con Pekerman y cumplió con creces la labor, incluso llevando el miedo a la zaga chilena con un disparo que habría podido cambiar la historia.

James no tuvo el partido esperado. Por varios pasajes del partido se perdió, no cumplió su papel de creativo, aunque bastaba su presencia para general desconfianza en los rivales. ¿La explicación? El esquema de Pekerman, defensivo, con un 4-3-1-2, que dejó solo a James, eficazmente marcado por los rivales. Pero esto favoreció la carta tapada de Pekerman, Muriel, que más suelto, pudo desplegar su técnica, convirtiendo sus llegadas en opciones de anotar. Velocidad, regate, picardía, su talento lo puso al servicio de Jackson que, infortunadamente no pudo concretar.

La amarilla a Sánchéz y el bajón de intensidad de Chile, dio como resultado un cambio mágico: salió la Roca y entró Cardona, lo que redujo los volantes de contención a dos y agregó un creativo a la zona media. De esta manera James quedó más libre, pudo subir un poco y gracias a su presencia en el área, pudo concretar el estupendo pase de Muriel.

En Barranquilla será otro cuento. Debería repetir Pardo como compañero de Mejía, al igual que Cardona con James, pero seguramente regresará Teo a la titular al igual que Bacca. Un partido ganable, pero no hay que confiarse. No hay peor escenario que un tigre herido y Argentina sabe que perder con Colombia sería cavar una tumba profunda en sus aspiraciones por clasificar a Rusia. Si se controla a Mascherano que es la garantía de salida de atrás, se marca a Di María y se le impide que se asocie con Higuaín y Lavezzi, hay una oportunidad de completar siete puntos en este duro comienzo de eliminatoria.