Es un partido populista que se creó alrededor de un líder carismático y dentro de unas circunstancias de polarización que se reunían alrededor del rechazo a las Farc. Esa es su esencia. Como lo fue en su momento la ANAPO que se fundó alrededor de Rojas Pinilla y alcanzó su máxima expresión en 1970 con el casi triunfo del general en las presidenciales y un buen número de alcaldes, concejales, diputados, congresistas. Su bandera era la lucha contra el Frente Nacional. En 1974, terminado el Frente Nacional, menguó su fuerza y después desapareció del panorama político.

En el post conflicto, sin guerra que lo alimente, el Centro Democrático se reducirá a partido minoritario a la cola extrema del tradicional Partido Conservador y varios de sus políticos migrarán hacia los azules o hacia grupos regionales. De los ocho millones de votos que obtuvo hace menos de dos años, con el proceso de paz avanzando, su capital electoral se redujo a millón y pico de votos y perdió en la cuna de Uribe, alcanzando una cuota ínfima de representación regional.

En cambio, el partido liberal se fortaleció al igual que la opción de centro derecha, Cambio Radical, sosteniéndose el partido de la U y los conservadores. Hoy, el Centro Democrático, de ser la segunda fuerza política del país, pasó a ser la sexta, incluso por debajo de la Alianza Verde. El país se cansó de su verborrea belicosa y su delirante discurso de miedo. Su cuarto de hora pasó pues, como sabiamente lo dijo T. S. Eliot, "solucionado el problema, el dios queda olvidado".

La difícil construcción de la paz necesita estadistas como Peñalosa, Federico Gutiérrez, el cura Alejandro Osorio y todos los que llegaron al poder regional por firmas y encabezando movimientos cívicos. Son la semilla del país del post conflicto. Los guerreros, a los que se les agradece los servicios prestados, deben pasar a buen retiro.Son un lastre para la democracia cuando se termina la guerra.