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Staff Retirado Con Honores Denunciante Épico
 |  La ‘Ley Netflix’ es una pésima idea [opinión]
Calificación: de
5,00
 | Imagínense que están viendo una temporada completa de su serie favorita. Están pegados a su silla: está a punto de ocurrir el evento definitivo, el clímax de toda la trama. De repente, y sin previo aviso, empiezan a sonar los vientos marciales del Himno Nacional. “Interrumpimos su programación para una alocución del Presidente de la República“.
Si el proyecto de Ley 077 de 2015 se convierte en Ley de la República, ese sería un escenario perfectamente posible. Ese proyecto busca regular fuertemente a las empresas de streaming de video que funcionen en Colombia, convertirlos en un servicio público y llenarlos de obligaciones. Los obligaría a contribuir a un Fondo Audiovisual y de Contenidos que financie contenidos digitales públicos, a registrarse ante el Estado y a no prestar sus servicios sin autorización. Aquí pueden leer un resumen detallado.
Como siempre que el Congreso se mete con internet, esto es un desastre. Colombia sí debe empujar la producción de contenidos públicos digitales, como lo hacen los mejores medios públicos del mundo: la oportunidad es demasiado grande como para desaprovecharla. Pero encarecer el acceso de los colombianos a las plataformas que permiten difundir esos contenidos es patear la gallina de los huevos de oro. Si el Estado mismo quiere usarlas, no tiene sentido que se meta en la mitad.
Esto es lo de menos: más temprano que tarde algún impuesto nos harán pagar por Netflix. Lo de tener que registrarse ante el Estado para poder emitir videos en internet, en cambio, sí es una payasada peligrosa. ¿Para montar videos en mi blog voy a tener que tener permiso de alguna autoridad? Esto desanimaría a los emprendedores colombianos, que tendrían más trabas burocráticas para hacer productos digitales audiovisuales –como si emprender en nuestro país no fuera lo suficientemente difícil–.
Además, podría convertirse en una mordaza para quienes quieran usar video para expresarse, pero no están en condiciones de ir a donde papá Gobierno a pedir permiso. Bien sea porque no tienen tiempo o ganas, o porque tienen razones para creer que les van a decir que no. Esa es la receta de la autocensura Ese es el principal problema de la ‘Ley Netflix’. Si el Gobierno tiene poder para controlar todos los contenidos audiovisuales que se emiten en internet, y si puede cerrar un sitio o un servicio por no cumplir tales o cuales reglas, las posibilidades de que lo que se publica sea realmente libre dejan de existir. Si el miedo de que ‘caiga el hacha’ siempre está latente, quienes producen contenidos comienzan a evaluar con mucho cuidado el impacto de lo que dirán. Y esa es la receta de la autocensura. Ese es el escenario más pesimista. Lo más probable es que, en una época en la que todos tenemos cámaras en el bolsillo y se puede publicar video en segundos, la ‘Ley Netflix’ termine siendo ignorada por todo el mundo, como tantas otras en Colombia. Además, ¿quién en el Gobierno se va a poner a ver las 300 horas de video que se publican cada minuto en YouTube? ¿Quién se va a poner a ver las decenas de miles de capítulos que están disponibles en Netflix o HBO Go? Eso no es viable. ¿Legislar sobre internet sin conocerlo? Lo de siempre El representante Diego Patiño, quien radicó el proyecto en el Congreso, cree que la explosión del streaming pone en riesgo ese principio que dice que la televisión es un servicio público. Supone que, si la gente deja de preferir la televisión abierta sobre otras opciones, los contenidos dejarán de promover el pluralismo, el equilibrio informativo y la difusión de la cultura en Colombia. Lo que ocurre en realidad es exactamente lo opuesto. Cualquiera que haya visto TV colombiana alguna vez sabe que buena parte de los contenidos más populares no son ni equilibrados, ni plurales, ni autóctonos. En cambio, internet sí da cabida a una diversidad y una libertad que los medios tradicionales ni se quieren ni se pueden permitir.
Ignorar eso es no conocer internet. Y no conocer internet e intentar legislarlo es, exactamente, la clase de negligencia que los colombianos hemos aprendido a esperar de nuestro Congreso.
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