Los colombianos vemos el mundo en blanco y negro y el fútbol no es la excepción. Si nos va bien en un partido, somos los mejores del planeta. Si perdemos, no hay nada que hacer, somos los peores y a hijueputiar a la lata. Y últimamente se ha abierto camino una tercera vía, que es la de la inseguridad. Cualquier asomo de creer en lo nuestro es pecado mortal. Y creo que la afirmación de Gareca no va a dirigida al pueblo colombiano sino a los jugadores de la selección. A las eliminatorias se debe asistir con mentalidad de ganador y no de participante, por el proceso que se viene dando, por los jugadores que la conforman, por los éxitos obtenidos y por las enseñanzas que dejan los fracasos. Toda una valiosa herencia.

Lo que importa es que los jugadores se lo crean y lo den todo en la cancha, como lo hacen los argentinos, los uruguayos y los brasileños que no asisten a los torneos a especular sino a ganar, y si pierden, al siguiente regresan con la mentalidad ganadora. Y aquí está el mérito de Pekerman y su proceso que ya lleva tres años, convertir la mentalidad perdedora o agrandada, en ganadora. No importa que se pierda (porque se va a perder), no importan los partidos malos (porque se van a tener), no importa una mala racha (porque van a aparecer), lo que realmente importa es saber levantarse y cada partido jugarla como una final.

A eso se refiere Gareca.