Guatemala es Guatemala y nosotros Guatepeor, el país de los corruptos inamovibles.

Me pregunto, ¿cómo sería este país con un fiscal general como Iván Velásquez?

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6 SEP 2015 - 9:00 PM Un cruzado contra la corrupción Estuvo frente a frente de Pablo Escobar en la cárcel La Catedral, como procurador regional de Antioquia en 1992, y sin temor. Por: María Elvira Bonilla Iván Velásquez realizó los primeros y definitivos registros del confort en el que Escobar, con diez de sus sicarios, pasaban sus días en la pseudocárcel desde donde seguía manejando su empresa sanguinaria. Las fotos de Velásquez fueron la clave para sacudir al gobierno de César Gaviria y forzarlo a actuar en esa fallida y vergonzosa gestión oficial que terminó con la fuga del capo. A sus 60 años ha hecho todo el recorrido al que se comprometió cuando juró como abogado en la Universidad de Antioquia: luchar contra la impunidad en beneficio de la justicia. Se inició como escribiente en un juzgado del Circuito de Medellín, el rango más bajo de la carrera judicial, hasta ser director regional de Fiscalías de Medellín, donde, de la mano de un puñado de fiscales sin rostro, se introdujo en el tema que se le convirtió en obsesión: el paramilitarismo y su relación con el poder político. Fue Velásquez quien, en abril de 1998, en el parqueadero Padilla del centro de Medellín, encontró decenas de disquetes, libros de contabilidad y miles de consignaciones que evidenciaban que las Auc estaban para manejar el país. Siguió desenredando la maraña desde la cúspide de la justicia, la Sala Penal de la Corte Suprema, donde las investigaciones con un grupo de ocho magistrados desembocaron, en noviembre de 2006, en las primeras capturas de congresistas involucrados en la parapolítica: Álvaro García, Erick Morris y Jairo Merlano, y luego Álvaro Araújo, Alfonso Escobar, Luis Eduardo Vives, Jorge Luis Caballero y Mauricio Pimiento. Aparecía comprometida la estructura política regional que aseguró la llegada de Álvaro Uribe a la Presidencia en 2002. Pero fue la detención de Mario Uribe, el primo del presidente, el detonante que irritó a la Casa de Nariño y llevó a colocar en su mira al cerebro de las investigaciones: el magistrado Iván Velásquez. Entró en acción el DAS con sus chuzadas y luego el arma más cobarde: los montajes con falsos testigos para descalificar al investigador. Nada detuvo a Velásquez. Intensificó sus viajes a cárceles en Estados Unidos a recibir declaraciones del Tuso Sierra y Don Berna, y al Cesar, Magdalena, Córdoba y Antioquia, a escuchar comandantes detenidos. El círculo se cerraba en torno al 30% de parlamentarios articulados con la empresa criminal de Salvatore Mancuso y Vicente Castaño. Ocho años de trabajo incesante que dejaron 100 investigaciones contra políticos de todo el país, 23 condenas, 19 procesos en juicio y 15 procesos más de una veintena en instrucción. Pero en 2011 una nueva Sala Penal removió a Velásquez de su cargo sin que hubiera logrado completar su sueño: ser magistrado titular. Con el sabor inconfesado de la derrota, Velásquez se propuso retomar con humildad el camino de abogado litigante hasta que el destino lo colocó nuevamente en la senda: un comité de Naciones Unidas lo llamaba a presidir la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala. Año y medio después de haber comenzado las investigaciones contra la corrupción en ese país, el presidente Otto Pérez y su cúpula de Gobierno están en la cárcel. Velásquez logró en Guatemala lo que en Colombia no pudo.

Fuente: El Espectador