Por supuesto que no estamos solos en el universo y por si alguna duda cabe, el descubrimiento de planetas similares a la tierra confirma que la vida, tal como la conocemos, pudo haber germinado en ellos. Es más, el hallazgo más reciente de exoplanetas, uno algo más grande que el nuestro y 1.500 millones de años más viejo, podría suponer que la vida surgió antes y como tal, siguiendo los tiempos de la evolución nuestra, tendría civilizaciones mucho más adelantadas, o quizás, también siguiendo nuestro ejemplo, crecieron, llegaron a su edad dorada y se extinguieron como probablemente pasará con nosotros.

También es cierto que la vida, tal y como la conocemos, no existe en nuestro entorno, aunque cabe la remota posibilidad de que haya algunas formas de vida primitivas y el hallazgo de hielo en Plutón puede dar lugar a ello. Recordemos que en el ártico se han descubierto bacterias que viven en temperaturas extremas por lo que no sería descabellado pensar en la presencia de microorganismos en Plutón. Al menos los científicos no lo descartan en Marte y en Encélalo, una de las lunas de Saturno.

Todo esto es real, como las distancias inimaginables que nos separan de planetas similares al nuestro, tan grandes, que necesitamos nueve años terrestres para llegar a Plutón que en el universo es una distancia ínfima. Si echamos a volar la imaginación es posible (como lo hará nuestra especie si antes no nos extinguimos) que civilizaciones más avanzadas hayan encontrado la manera de viajar mucho más rápido y así como hemos encontrado los exoplanetas, también ellos lo hayan hecho con nosotros.

Pero aún no existe una prueba cierta de que esto haya ocurrido y como nuestros ancestros, a lo que no encontramos explicación científica le otorgamos una fantástica. Antes los llamábamos dioses, ahora los denominamos extraterrestres o alienígenas, pero en el fondo es lo mismo, seres extraordinarios (buenos o malos) tan poderosos que podrían traer incontables beneficios a la humanidad... o destruirnos al estilo del Armagedón bíblico.

De todas maneras, como hace poco lo afirmó Hawking, un encuentro con una civilización de este tipo será algo parecido al de los españoles con los indios americanos y tendría efectos devastadores para nuestra especie. Valores, economía, ciencia, todo sería revaluado y quedaríamos a su merced sin casi ninguna posibilidad de escapar a su influjo. Incluso, podríamos contemplar impotentes el saqueo de nuestros recursos si, como los imagina Hawking, sean especies nómadas en busca de mundos para su propia subsistencia.

El tema es fascinante, pero no pasa del nivel especulativo. Quizás, teniendo en cuenta que nuestro mundo es una gota del gran océano universal, perdida en la periferia de una de las incontables galaxias que existen en el universo, estamos solos al menos en este rincón y como seguramente pasa o pasará en muchos lugares, nos extinguiremos sin que nadie nos haya encontrado, siguiendo la ley de la vida: nacer, crecer, desarrollarse y morir sin que nadie haya sabido de nuestra existencia.