Cesar, esto es un tema de nunca acabar. El procurador ha estado atento, con lupa, para ver cómo quita del camino a Fajardo, y no ha podido comprobarle nada, apenas lo ha acusado de intervención en política hace algunas semanas (y ya está para terminar el mandato) por haber coincidido en un acto público con Salazar de quien está alejado y por eso el clamor de que se unan para evitar que regresen los corruptos al poder.

Fajardo y Salazar, en un país corrupto hasta la médula, es de lo poco bueno que se puede rescatar, pero siempre encontrarán atacantes gratuitos que se pegarán del árbol desmirriado para negar el bosque frondoso. Asombra, por ejemplo, que se quiera denostar la gran revolución educativa en el departamento con los centros culturales que fueron planeados por los mismos habitantes.

La educación, por supuesto, en un país donde lo que se aplaude es el bombardeo y el insulto, es una revolución que no se palpa y cuyos resultados sólo se verán en décadas. Haberla sacado de las ciudades y llevarla a los municipios apartados se rechaza ya que es un "bollo perfumado" como lo dijo un concejal medellinense refiriéndose al Chocó, ignorando que es allí, invirtiendo en la población vulnerable, donde se construye el nuevo país.

A Fajardo se le han inventado cargos de corrupción por doquier, incluyendo los de su antecesor (la firma de un contrato en el que nada tuvo que ver) tan delirantes que la fiscalía no ha encontrado méritos para abrirle ningún proceso. Por eso, el llamado que hace la gente honesta de Antioquia, que es mucha por fortuna, para que el departamento no se aparte del buen gobierno y regrese a las oscuras cavernas de los corruptos de toda la vida.

Los bogotanos envidiamos la buena suerte de Antioquia en esta letrina política porque para nuestro infortunio nos tocó padecer en estos cuatro años la ineptitud de un alcalde soberbio y autoritario y la corrupción de un gobernador que está a las puertas de la cárcel.