El titular es equívoco porque el cese bilateral jamás se ha planteado con dejación de armas. Incluso, el propio expresidente Uribe fue más allá al proponer zonas de concentración de las fuerzas guerrilleras conservando sus armas mientras se firma el fin del conflicto armado en La Habana.

Y es obvio. Un cese bilateral del fuego es cesación de hostilidades, únicamente. Es decir, cada quien deja de atacar al otro pero los rivales conservan sus armas. Su entrega únicamente se produce cuando culmine el proceso de paz.

Ahora bien, lo destacable de este comunicado es la contundente frase: "deseamos firmar la paz con este Gobierno", agregada a la otra en la que no les falta razón, sobre la duración del proceso mismo que puede convertirse en uno de los más rápidos del mundo, lo que indica que ellos mismos quieren acelerar las conversaciones.

Parece entonces, que las Farc prefieren la paz en La Habana que una tumba en Colombia. Mientras Juan Manuel Santos cambia la cúpula militar y pone al frente a exitosos comandantes en grandes golpes contra la subversión con la orden de arreciar la ofensiva, los jefes guerrilleros dejan el lenguaje belicoso y soberbio y reiteran su voluntad de firmar la paz con este gobierno.

Sienten pasos de animal grande y el fracaso del chantaje violento con que quisieron someter al gobierno al conseguir el efecto contrario, crecimiento de las voces que quieren la guerra sin cuartel contra sus diezmadas estructuras.

Pero más que palabras, los colombianos necesitamos hechos. ¿Tienen voluntad de paz? Demuéstrenlo cesando sus crímenes de guerra contra la infraestructura petrolera que ha afectado a muchos colombianos.

De todas formas, el llamamiento de los países garantes a persistir en la paz ha tenido eco lo que es una buena noticia. Las próximas semanas sabremos hasta qué punto influyó en el aceleramiento de las conversaciones.