Mira, la guerrilla dialoga por dos razones:

1. Convencimiento de su imposibilidad de tomar el poder de las armas.
2. Supervivencia. Han debido regresar a la guerra de guerrillas ante la ofensiva de las fuerzas del orden y sus estructuras han sufrido grave daño. Tanto jefes como guerrilleros rasos han sido dados de baja continuamente y el reclutamiento de nuevos combatientes es cada vez más precario.

Si el gobierno baja la guardia con un cese bilateral del fuego o con estos campos de concentración (donde no van a estar todos los guerrilleros) es un respiro que les permitirá el doble juego: seguir conversando mientras sus estructuras se rearman por fuera de los territorios asignados. Luego forzarán el rompimiento y de nuevo, la guerra.

Hasta el último momento, hasta la firma y el comienzo de la desmovilización, no puede pararse la ofensiva militar. Las Farc son tramposas y no puede dárseles ningún respiro. Sólo cercadas y diezmadas firmarán. Sólo entregarán las armas cuando la alternativa sea una tumba en Colombia o la paz en La Habana.

En estos momentos, infortunadamente, las fuerzas militares deben redoblar sus esfuerzos, seguir golpeando sus frentes, sus milicias urbanas, sus estructuras de mando, sin pausa, hasta que de nuevo agachen la cabeza. La paz se impondrá por las buenas o por las malas.