Dos equipos verticales, el uno obligado a ganar y el otro, después del aburrido debut, sin nada que perder, al fin y al cabo son el equipo B de México y todo lo que consigan es ganancia. Eso es lo bueno porque se juega al descaro y para sorpresa del estadio los invitados se fueron adelante, les empató Chile y de nuevo, otro gol y otra sorpresa. 2-1 y lo peor para Chile es que estos endiablados mexicanos seguían jodiendo como avispas, con Corona por la izquierda, intentándola una y otra vez. Toma y dame. Chile subiendo líneas con un Valdivia en estado de gracia y México respondiéndole al contragolpe. Chile iguala, dos goles australes anulados por presunto fuera de lugar, el penalti que puso por encima a Chile y luego el empate de México.

Un partido loco, un 3-3, la gradería enloquecida gritando "Chi, Chi, Chi, le, le, le, viva Chile", su equipo intentándola una y otra vez y los mexicanos, al borde del agotamiento, aguantando. 25 minutos por delante y los locales con alma, vida y sombrero, encima de México, pero el marcador no se movió. Mucho voltaje, un partido intenso y nuestros agradecimientos a estos dos equipos por hacernos disfrutar de 90 minutos mágicos, sorprendentes, tan agotadores que nosotros, como espectadores, también terminamos extenuados.

Partidos para grabarlos en la memoria y una Copa América que será recordado porque las cenicientas mandaron al carajo al príncipe, tomaron las riendas del carruaje y se lanzaron a conquistar utopías.