Verdades a medias es lo mismo que mentiras verdaderas. ¿La paz? Casi una utopía en Colombia sobre todo si depende de tipos como Timochenko, hábiles en la retórica, pero infames en los hechos que son los que hablan con la verdad.

Infortunadamente, la paz no se hace con monjitas de la caridad, con personas de buena fe como los sabios ancianos de tiempos sin memoria, sino con tipos como éste, soberbios que hablan de justicia social en el predio ajeno mientras en el propio la encadenan.

Creo en la paz y le sigo apostando, pero no por Timochenko. Mi apuesta es a la derrota de su ideología por las instituciones democráticas. Le apuesto al futuro pese al inicuo presente donde hay que seguir la ofensiva militar pese a sus bombas despiadadas y su cobardía cotidiana.

¿Cese bilateral? Claro que sí, cuando no haya un solo menor de edad en sus filas, cuando la población civil no sea blanco de sus ataques, cuando cesen sus hostigamientos a los poblados, cuando firmen la agenda pactada y se esté a las puertas de su desmovilización y la entrega de armas.

Mientras tanto, la policía y las fuerzas militares, con el respaldo de todos los colombianos seguirán con su deber constitucional: defender cada centímetro del territorio nacional de las plagas criminales. De usted depende, cabecilla siniestro: una tumba en Colombia o la paz en La Habana.