Ver Mensaje Individual
Antiguo 09-06-2015 , 05:45:05   #2
INDIVIDUAL
Catadores De Prepagos
Denunciante Leyenda
 
Avatar de INDIVIDUAL
Me Gusta INDIVIDUAL apoya: Zona Deportes
INDIVIDUAL apoya: Tv y Farandula
INDIVIDUAL apoya: Zona Hot
Estadisticas
Mensajes: 186.811
Me Gusta Recibidos: 99775
Me Gustas Dados: 78870
Ingreso: 20 nov 2007

Temas Nominados a TDM
Temas Nominados Temas Nominados 173
Nominated  Temas Ganadores: 1
Reputacion Poder de Credibilidad: 1047
Puntos: 1875427
INDIVIDUAL tiene reputación más allá de la reputaciónINDIVIDUAL tiene reputación más allá de la reputaciónINDIVIDUAL tiene reputación más allá de la reputaciónINDIVIDUAL tiene reputación más allá de la reputaciónINDIVIDUAL tiene reputación más allá de la reputaciónINDIVIDUAL tiene reputación más allá de la reputaciónINDIVIDUAL tiene reputación más allá de la reputaciónINDIVIDUAL tiene reputación más allá de la reputaciónINDIVIDUAL tiene reputación más allá de la reputaciónINDIVIDUAL tiene reputación más allá de la reputaciónINDIVIDUAL tiene reputación más allá de la reputación
Premios Recibidos
15 Años 10 Años Mencion De Honor Denunciando Mencion De Honor Denunciando Corazon Purpura Mencion De Honor Denunciando 
Total De Premios: 12

  
Predeterminado Respuesta: testimonio de 2 niñas subastadas

–La dejaron en la puerta como a las 2:30 de la mañana –cuenta Margarita–. Sentimos un carro muy ruidoso. Tocaron la puerta duro. Me asusté. Miré por la ventana, abrí la puerta y el carro arrancó. Se hizo una moto frente a la casa con dos tipos, ambos con el casco puesto. Natalia llegó a bañarse y a dormir. No había comido mucho. Durmió mucho. Un día entero. A los seis meses nos mudamos a otra casa a las afueras del barrio, pero ahí también llegan los tipos en moto.
“Hoy sigo amenazada”, continúa Natalia. “Mi familia lo perdió todo, mi madre está enferma y la echaron del trabajo. Mi papá está destrozado y mi hermana apoyándonos. No me interesa estudiar ni salir. Por las cortinas veo motos y gente mirando día y noche.
No se puede denunciar, nos matan si saben que hablamos. Quiero irme lejos con mi familia, salir de Medellín. Pero con qué, si en ocasiones no hay para comer, menos para hacer otra vida. La psicóloga no volvió. No se puede pagar o la hicieron ir, porque tampoco llama”.
–Natalia no quiere salir de la casa ni estudiar –explica Margarita–. Llora mucho, se mantiene encerrada, no habla con nadie. No podemos ir ni a la Fiscalía ni a la Policía, eso se lo repitieron a ella mucho –al decir esto, Margarita se pone aún más nerviosa–. Me dice que tiene que colgar, que acaba de ver pasar una moto, que lleva en el mismo lugar hablando mucho. Sin muchos preámbulos la llamada se corta.
En el final de su carta, Natalia vuelve a hablar sobre su compañera de colegio: “Hace semanas o meses, no sé, mi mamá estaba enferma, y salimos al centro de salud de urgencias. Y la vi. Con el uniforme. Le estaba entregando un paquete a un policía. Desde la patrulla me mira y me hizo señas con el dedo de que me quedara callada, y luego se llevó el dedo al cuello. Entonces me tiró un beso. Los nervios no me dejaban mover las manos. Ya éramos dos en urgencias”.
***


Existen dos tipos de subastas, que en ocasiones son complementarias. La subasta física, en la que los hombres visitan a las niñas secuestradas en grandes casas de muchos cuartos y eligen a dedo, o la virtual, en la que hay pujas por cortos períodos de tiempo en redes sociales, en las que los victimarios participan con un pin y las escogen mirando un catálogo de fotos que los secuestradores han preparado, como si fueran a vender a las niñas en eBay. El precio, que va desde un millón hasta siete millones de pesos, tiene dos variantes. Uno es el aspecto físico de la niña, que, por ejemplo, en este momento hace que las más cotizadas sean las morenas, o niñas de piel blanca y pelo largo y muy oscuro. Los consumidores buscan “la belleza latina” que tanto anuncian nuestros comerciales institucionales buscando estimular la inversión extranjera. Las paisas también están cotizadas, a tal punto que jóvenes de otras regiones como Cali y el Caribe fingen el acento antioqueño que varias modelos han convertido en un cliché erótico. La segunda variante es la primera y segunda venta. Después de una primera subasta en la que la niña “pierde su virginidad”, pueden seguir otras dos en las que se reduce un poco el precio.


En “tiempos de Pablo” –como se refieren en Medellín a Pablo Escobar, que mandaba a pedir niñas de las veredas, que nunca volverían a sus casas–, un grupo de jóvenes llamados Los Señuelos ayudaban a secuestrar niñas vírgenes entre los doce y los diecisiete años, la mayoría de las veces conquistándolas. Otra práctica común era secuestrar a las jóvenes y, además, a los jóvenes –en tiempos de Popeye y Carlos Lehder, se dice que para ser violados por ellos mismos–. Nunca regresaban, pero las familias recibían una “compensación”.
Hoy en día los grupos amenazan a las familias para que “cuiden” a las niñas, es decir, mantengan su virginidad intacta para cuando sea el momento de subastarlas a clientes, en su mayoría extranjeros. El poder tener una serie de víctimas en “engorde” hasta el momento de ofrecerlas muestra la alta sofisticación de esta práctica. Durante este tiempo le dan dinero a la familia para que “tenga bien a la niña” y a veces se negocia un valor adicional “en compensación” por la subasta. Otras veces basta el miedo para tener bajo control a la niña y a la familia. Otra modalidad consiste en secuestrar a la niña, sin más, para después venderla a una red de trata o que la red la secuestre directamente, una vez ha sido identificada por un informante.


En septiembre pasado, la Corporación C3 hizo una denuncia que fue divulgada por el periódico El Colombiano. La investigación fue realizada durante ocho meses por un sociólogo, un antropólogo, un trabajador social, una creativa y un pedagogo. Rápidamente, el tema tuvo eco en periódicos internacionales, como The Independent, y la denuncia tomó matices políticos, porque Luis Guillermo Pardo, presidente de la corporación, es a su vez vocero del movimiento político independiente Firmes por Medellín, el movimiento de Luis Pérez Gutiérrez. “[Pérez es] el candidato que perdió la Alcaldía con Aníbal Gaviria y que hasta el momento no lo ha aceptado”, dijo Jorge Mejía, secretario de Gobierno de Medellín, al periódico El Tiempo. Por su parte, Luis Fernando Suárez afirmó en entrevista a Semana.com: “No nos interesa ocultar la problemática. Sí hay explotación de menores en Medellín y el primer camino para solucionar el problema es reconocerlo. Lo que se puede cuestionar es la dimensión que se le da al tema en el estudio, pero sí nos prende una alerta y nos obliga a indagar y exigirles resultados a autoridades competentes como la Policía y la Fiscalía”.
En materia legal, se puede decir que en 2005 el Congreso aprobó la Ley 985, en la que se adoptan medidas contra la trata de personas. Tres años después, en Antioquia se creó el Comité Internacional de Lucha Contra la Trata de Personas. Y en 2009, el Comité Interinstitucional de Trata de Medellín. La Secretaría de Bienestar Social de la Alcaldía de Medellín tiene un contrato con la Universidad de Antioquia para la atención y restablecimiento de derechos vulnerados a las niñas y acompañamiento a las familias. Es claro que las políticas públicas para combatir este fenómeno son insuficientes e ineficaces. La Policía y la Fiscalía tienen la tarea de depurarse internamente y entrenarse para perseguir a estas redes de manera eficaz e, independientemente de que se inicien o no procesos penales, si las víctimas deciden colaborar como testigos, debe quedar claro que este es un serio problema de violaciones de derechos humanos, un tema que exige una política nacional. Las niñas no solo sufren el secuestro y la violencia sexual, sino que el silencio que se impone sobre ellas y sus familias las convierte en víctimas de nuevo y hace que sea imposible denunciar. De esa manera, el control de los victimarios se extiende a todos los ámbitos de la vida privada y cotidiana y se perpetúa la impunidad de estos crímenes.
***


–Veíamos que el señor estaba rondando y rondando como acechando a la niña, desde el 1 de diciembre. Marianita tenía once años –cuenta Martha, la tía de Mariana, otra niña subastada en Medellín–. Un día después de una novena hubo un problema con mi hermano y ese tipo, porque vimos que se quería llevar a la niña. El tipo amenazó a la niña de tal manera que ella al día siguiente accedió a verse con él y ahí se la robó. Estuvo tres meses secuestrada. Yo toqué muchas puertas de la Fiscalía en Aranjuez. Se puso en la policía la denuncia correspondiente y esperamos las 72 horas, y después más, y así fue pasando el tiempo. Remitieron el caso al búnker de la Fiscalía. Hubo denuncia en Bienestar Familiar, pero nunca nadie hizo nada. Mariana cuenta que la tuvieron encerrada en varias casas, el primer mes le traían comida y ropa y no le tocaron un pelo. El segundo mes fue diferente. Dos hombres empezaron a violarla. Al parecer, no habían podido subastarla y decidieron retenerla solo para ellos. Dice que la mantenían en una piecita, encerrada y amarrada. Poco a poco fueron cogiendo confianza y le soltaron las manos, y después los pies. Los secuestradores no cocinaban, así que le ajustaron un fogón en la habitación, y le tiraban plátanos o papa para que ella se las arreglara con su propia comida. A veces la amarraban todo el día a un árbol para que tomara el sol. Le pegaban por todo y, sobre todo, le cortaban su amado cabello a trozos para castigarla. Mariana no podía hacer mucho frente a los castigos. Cuenta que a veces llegaban borrachos y drogados y la ponían a hacer cosas que ella no sabía. Entonces, de nuevo volvían a pegarle.


–Una señora se me acercaba en el paradero de bus y me decía “quiubo, ¿ya encontraron a Mariana?”. Así, pasito. Resultó que la señora era como que tía de uno de esos tipos que era muy malo. Me daba algo de información sobre la niña a cambio de plata. También les vendía almuerzos a los policías. Ella me llamaba y me decía “Yo sé dónde la tienen”, y me daba una dirección. Varias veces llegaba hasta la puerta de los lugares que decía y de allá llamaba al fiscal. Yo tenía su número guardado. Lo llamaba y le decía “quiubo, estoy aquí frente a la casa, vengan que yo no puedo entrar sola”, y él me decía que ya estaban en camino. Una vez estaban al lado, cuando tenían a la niña en un lugar cerca de la Casa Museo Pedro Nel Gómez. Además, yo sabía quién era el tipo y le decía eso al fiscal, pero tampoco hacía nada.
Con disimulo, Mariana fue buscando una tabla que cediera en la ventana. Un día en que la cuidaba solo uno de los tipos, zafó la tabla y salió corriendo hasta un CAI.
–Ahí sí los policías salieron corriendo –cuenta Martha, y continúa–: no podemos salir del barrio. Yo he vuelto a ver a ese tipo rondando y llamo al fiscal y tampoco hace nada. Hoy Mariana está en
la casa, tratando de olvidarse de eso, va acompañada al colegio y eso es todo. Ni la policía ni nadie la está cuidando. Mi hermano llamó a decirles “miren lo que pasó, hay un peligro latente para esta niña”. Le contestaron, “tranquilos que no va a pasar nada. Más bien, cuídela mucho, y cualquier cosa nos llama”.


__________________
INDIVIDUAL no está en línea   Responder Citando
 
Page generated in 0,09514 seconds with 11 queries