Renuncia de Morris, una prueba de la crisis interna del Progresismo
Las disputas internas han debilitado al movimiento que llevó a Petro a la Alcaldía.
La sorpresiva renuncia del periodista Hollman Morris a su aspiración a ser el candidato del petrismo a la Alcaldía de Bogotá, en la que venía trabajando desde su retiro como gerente del Canal Capital, es una prueba del difícil momento que atraviesa internamente el Movimiento Progresistas, la colectividad que en el 2012 llevó al poder a Gustavo Petro.
Las diferencias ideológicas e incluso las rivalidades personales entre los aspirantes a recoger las banderas del Alcalde en las elecciones de octubre próximo terminaron por debilitar y atomizar las bases de un significativo movimiento de ciudadanos que nació en medio del ‘carrusel’ de la contratación, en el 2011, como una corriente que se apartaba de la corrupción reflejada en los hermanos Samuel e Iván Moreno y el Polo Democrático.
Tras denunciar a sus antiguos coequiperos, Petro decidió montar toldo aparte y, en medio de la indignación de los ciudadanos, llegó al segundo cargo público más importante del país, derrotando a los partidos tradicionales que se fracturaron en varias candidaturas en las elecciones de octubre del 2011.
Sin embargo, durante la alcaldía de Petro, entre los años 2012 y 2015, el Movimiento Progresistas perdió toda su fuerza política, la misma que le había ganado el pulso a rivales como Enrique Peñalosa, Gina Parody, Carlos Fernando Galán y David Luna.
¿Qué pudo haber ocurrido? En esencia, los mismos temas que los unieron (la lucha contra la corrupción, el clientelismo y los favoritismos, y la defensa del medioambiente), paradójicamente, terminaron por separar a varios de los integrantes del Progresismo.
El primero que abandonó el barco fue el concejal Carlos Vicente de Roux, quien tomó distancia luego de que EL TIEMPO revelara las movidas del empresario Carlos Gutiérrez, el concuñado de Petro, en torno a las millonarias contrataciones del Distrito, principalmente en TransMilenio.
En julio del año pasado, al anunciar su ruptura con el alcalde, De Roux (hoy candidato a la Alcaldía por la Alianza Verde) señaló: “Petro bajó la guardia en la lucha contra la corrupción”. Una frase significativa y llena de carga política, si se tiene en cuenta que ambos contribuyeron de manera decidida a desmantelar la mafia de contratistas, concejales y funcionarios públicos que se apropió del presupuesto de Bogotá bajo el gobierno de Moreno, tal y como ya lo ha comprobado la justicia en varias condenas.
Otros siguieron el mismo camino. La concejal Diana Alejandra Rodríguez, otrora petrista de primera línea, empezó a marcar distancias e incluso contó en su momento que Petro no recibía a ciertos concejales del movimiento. Al mismo tiempo, su colega Diego García, también progresista, empezó a denunciar toda clase de supuestas irregularidades en decisiones de la Administración, a cuestionar los incumplimientos con las metas del Plan de Desarrollo y, a veces, realmente, parecía un concejal de la misma oposición. Al Progresismo lo consumió el fuego amigo.
Después, vino la puja entre la línea ambientalista, luego de que el concejal Roberto Saénz encabezó la oposición al proyecto Reserva Fontanar del Río, en el humedal de La Conejera, donde los cuñados de Petro levantan un conjunto residencial. Saénz, en su momento cercano a Petro, se vino lanza en ristre contra el Alcalde por esa polémica obra.
Pero lo que terminó por agrietar al Movimiento fue la búsqueda de un candidato único para las elecciones de octubre. La base del progresismo no vio delante de sí a tres figuras unidas en defensa de las causas de Petro ─la defensa de lo público, la lucha contra el cambio climático y la segregación social─, sino que presenció en los últimos meses una agria disputa en la que salieron a flote los mismos males de la clase política tradicional: egos, zancadillas, envidias, rumores, insultos, agravios, etc.
El mismo Morris, al renunciar a su aspiración, lo dijo claramente esta mañana en la entrevista con ‘La W’: “No había conocido que había una forma tan fácil de hacer enemigos como incursionar en política. Lo que recibí fueron insultos y agravios hasta que dije no más”, señaló el periodista, que ahora buscará llegar al Concejo de Bogotá.
No obstante, María Mercedes Maldonado y Guillermo Alfonso Jaramilllo (el exsecretario de Gobierno que renunció a la aspiración a mitad de camino y ahora busca la Alcaldía de Ibagué) nunca fueron partidarios de la forma en que Morris se apropiaba de la candidatura petrista o la manera en que, a juicio de ellos dos, “usaba” el Canal Capital para sus fines políticos.También, en privado, lo cuestionaban duramente por sus escasos conocimientos en los temas de Bogotá y la poca experiencia en lo público.
Lo cierto es que los tres líderes más destacados del Progresismo no lograron un acuerdo a la hora de definir el mecanismo para la candidatura única: una encuesta o la consulta, y les cogió la tarde.
Ahora, con la renuncia de Morris, Maldonado queda solitaria en el camino a la Alcaldía. Sin embargo, el movimiento está tan debilitado (no supera el 5 por ciento en la intención de voto) que lo más probable es que sellen una alianza con el Polo Democrático, donde están sus antiguos enemigos, o con Rafael Pardo, el candidato de la Unidad Nacional que también recoge el apoyo de la centroizquierda en la contienda por el Palacio Liévano.
Fuente: El Tiempo.