Desde el frío escenario jurídico puede tener razón, pues en el sistema acusatorio se siguen las enseñanzas de Maquiavelo: el fin justifica los medios. Si hay que perdonar un violador para desvertebrar una red criminal de prostitución infantil, por ejemplo, este camino es válido. Es la teoría del mal menor y de acuerdo con ella es posible que un abusador de niños, vía principio de oportunidad, recobre su libertad o reduzca su pena.

Pero desde el punto de vista humano, no hay crimen que suscite más rechazo e indignación que el abusar de un niño Y si éste es un crimen mayor como el trabajo infantil o convertirlo en máquina de guerra, abusar sexualmente de él es el peor de los crímenes. En esto, creo, el consenso se da en la mayor parte de los países. Jamás, en aras de perfeccionar un sistema judicial, puede permitirse que un pederasta tenga el mínimo beneficio.

La pena impuesta a los violadores de niños debe aplicársele en su totalidad, sin beneficio alguno. La oposición debe ser total a este infortunado intento del fiscal por querer que prime el interés jurídico sobre la tragedia infantil.