La opinión pública vive de la emoción del momento. Unas veces pone a un personaje en el cielo, y al día siguiente lo tira al infierno. Y si a eso le agregamos un cirirí que, a propósito, ante la inevitabilidad de la paz comienza a acercarse al gobierno, no hay cuerpo que aguante, ni favorabilidad tampoco.

Mañana, en otro sondeo, siempre y cuando la estupidez de las Farc no se atraviese, y cuando haya noticias positivas, la imagen volverá a subir. Sólo es cuestión de esperar.

Claro que acá, en nuestro querido Denunciando, no se modificará nada. Las palabras del caballista de Salgar se seguirán repitiendo como un mantra: "ratas", "terroristas", "impunidad", "castrochavismo" así él ya se haya subido al tren de la paz.

En la vida hay algo que no cambia nunca, la terquedad de la ideología de los de abajo y algo que siempre cambia, los intereses del poder de los de arriba.