Cristiano Ronaldo lleva un gol en tres partidos, y lo hizo en el 92’ ante el Málaga en el Bernabéu, de ahí que en sus acciones se aprecie cierta inquietud, cierto nerviosismo. Y su actitud a lo largo del partido frente al Almería en el Bernabéu no ha sido una excepción. A lo largo del compromiso se le ha visto en más de una ocasión recriminando algunas acciones a sus compañeros, así como peleado con el gol.

Esta actitud hostil que mantiene en el terreno de juego la traslada al diálogo que mantiene con el gol. Esta noche sus acciones más peligrosas han sido dos golpeos de falta que no han estado muy acertados y un remate con la zurda excesivamente cruzado, sin olvidarnos de uno con la derecha que se ha ido a la segunda gradería, en una decisión egoísta, que incluso ha levantado algunos pitos en el campo.

El súmmum del egoísmo lo hemos vivido en el 85’. Chicharito pone un buen balón al área, entra como una fiera tirándose al suelo Arbeloa por el carril del 9 y hacía el 3-0, lo que no hacía ninguna gracia a Cristiano Ronaldo, que chutaba contra la parte superior de las redes el balón una vez éste ya estaba alojado al fondo de la portería. Y, además, después regresana a su campo gesticulando con la cabeza, como diciendo que no podía ser.

Un gesto que le honra

En contraposición a esta pose egoísta hay que destacar un gesto que le honra, cuando al inicio del segundo tiempo negaba haber sido el autor del segundo gol de su equipo, de hecho había sido en propia puerta de Dos Santos, quizá habilitando la suerte del colegiado, que podía haber anulado la acción por un claro fuera de juego de CR7 en el centro al área.

Al final, Cristiano Ronaldo se iba del campo consolado por su amigo Coentrao, en un partido más en el que, por más que lo ha intentado, el luso se ha quedado sin marcar.