La vergüenza de Azcárate entrevistando a Navarro Wolff
por:Javier Borda Díaz abril 21, 2015
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"Hay periodistas y presentadores que necesitan bozal."
“Se fue su hijo pero quedamos nosotras”. Semejante barbaridad le vomitó Alejandra Azcárate a Navarro Wolff. Ya ni siquiera importa su personaje o su supuesta irreverencia, sino la falta de coherencia intelectual y sentimental de quien tiene la responsabilidad de estar en un medio de comunicación.
Resulta imposible ponerse en los pies de Navarro ante tremenda oración que le dijo Azcárate en TV. Es imposible hacerlo de forma literal o metafórica. Bastaría con decir que el hijo del senador, Gabriel, hace poco se suicidó. Y que si a Navarro le quedan Alejandra Azácarate y Eva Rey (presentadoras del programa Descárate sin Evasivas) tras esa dura pérdida, en realidad no le queda nada.
“Lo que no tiene nombre” –citando a Piedad Bonnett en el título de su libro sobre el suicidio de su hijo- lo hizo Azcárate, quien bien pudo editar su programa pero lo sacó así al aire, sin vergüenza alguna.
Hay periodistas y presentadores que necesitan bozal. “En el humor existe una línea casi imperceptible entre la gracia y la ofensa. Yo la atravesé”, escribió Azcárate luego de una columna en Aló en la que tuvo apuntes como “No podemos comportarnos como gordas resentidas que atacan a la flaca bella” o “Uno gordo se ve lindo sólo cuando es bebé”.
Lo anterior, a pesar de la carga ofensiva que conlleva, se debe respetar profundamente como el derecho que tiene alguien a expresarse y ganarse la vida con un impudor que a muchos hace reír.
Sin embargo, cuando se está en un medio de comunicación existe una palabra que muchos olvidan con facilidad: responsabilidad. Salvo que sea una diatriba, habría que recordarles a todos ese compromiso para no caer en el facilismo de decir interpretaciones agraviosas sin ninguna clase de reflexión.
Por la falta de esa responsabilidad –y muchas veces de sentido común y de delicadeza- los medios avergüenzan a la propia sociedad.
Y no es solo Azcárate, por si acaso, la que despierta en nosotros ese sentimiento de pena ajena. En el mismo caso de Navarro Wolff, Édgar Artunduaga publicó en su cuenta en Twitter: “Atención: Fue con una escopeta de cacería que se mató el hijo de Navarro Wolf, con apenas 19 años”.
Ofrezco disculpas por todo lo anterior. Por la insensibilidad, el atrevimiento y el afán de muchos de sobresalir a toda costa. Reconozco también mi pena ajena por mis desaciertos y por tantos colegas que hacen de este oficio, a veces, uno miserable.
Incluso a la sombra y no a la luz de la fama, es preferible quedarse con una melancolía sana que con un comentario o una broma mal habida. “Hicimos la paz para que los padres no siguieran enterrando a sus hijos y no pude evitar que me pasara. Estoy aplastado…”, escribió Navarro luego de la muerte de Gabriel. El silencio posterior que aún se merece también basta.
@javieraborda
Fuente: kienyke.com