El proceso de paz se ha visto golpeado por la estupidez de las Farc. Creyendo que golpeando a los militares con un hecho sangriento, obligaría al gobierno a pactar el cese bilateral del fuego para evitar a futuro el horror cometido, provocó todo lo contrario: el rechazo unánime de la sociedad colombiana y le dio combustible a los enemigos de los diálogos de La Habana, aparte de conseguir la reanudación de los bombardeos aéreos que a las pocas horas ya han cobrado la vida de uno de sus cabecillas, destrucción de un arsenal y bajas entre sus filas.

A la par con la indignación que provoca este hecho, se encuentra el aprovechamiento político del dolor ajeno en beneficio propio hecho por el senador Uribe y mientras se rasga las vestiduras por la paja en el ojo ajeno, olvida la viga en el suyo propio. En un país de amnésicos, donde todo lo malo sucede en el presente y todo lo bueno sucedió en el pasado, bueno es recordar la feroz y descarada impunidad que prohijó este senador cuando estuvo al mando de los destinos de Colombia.

El camino hacia la terminación del conflicto armado está lleno de dificultades, empezando por la propia guerrilla, obtusa y cavernaria, pero con el concurso de todos los colombianos, podremos conseguirlo. Y como se ha recalcado en numerosas oportunidades, la paz es de todos y nadie debe aprovecharse de ella para satisfacer sus odios y sus deseos de venganza.