A Petro lo eligió Samuel Moreno. Petro fue el que destapó el carrusel de la contratación, se fue en contra de su propio partido y los bogotanos lo eligieron para sanear la ciudad, asqueada de tanta corrupción y nadie mejor que el el valiente que había destapado la olla podrida. Se le eligió para enderezar las cosas, pero nadie se imaginaba su incapacidad gerencial.

Además, las múltiples divisiones de los partidos hicieron posible que saliera elegido apenas con un tercio de la votación. Es decir, llegó al poder encabezando una minoría que no le daba la gobernalidad necesaria para adelantar su programa de gobierno.

Lo curioso de todo es que a pesar de su pésima alcaldía, la dinámica de la ciudad ha ido en aumento. Gracias a la iniciativa privada, turismo y negocios han impulsado su economía. La tercera parte del PIB del país lo produce la capital y una gran clase media en ascenso colma la ciudad de las oportunidades. En contraste, hay otra ciudad, la de siempre, la que apenas sobrevive y a la que Petro quiso dar la mano, pero todo se quedó en promesas.