No me quiero meter en honduras comentando los augurios que presagian ríos de miasma y hiel, comunistas o uribistas en el poder, farcburgueses y premios Nobel de paz, historias para asustar niños el día de las brujas y divertidas para un domingo diferente en el que el blanco predominó sobre el negro.

La verdad era escéptico por la asistencia masiva a la marcha después de la carga de profundidad del senador Uribe, empeñado en torcer la realidad a su favor, calumniando a uno de los pocos hombres íntegros que tiene este país donde la decencia es un bien exótico. Pero vamos, el hombre tiene derecho al pataleo. No es fácil llevar más de cuatro años empeñado en seguir mandando metido en su pasado oscuro de compraventa de conciencias y ver que el poder que ostentara se va diluyendo y lo que es peor, que sus enemigos van ganando la partida.

Pero volvamos al cuento. Mucha gente salió a la calle a gozarse la vida, a pensar en el futuro, a creer que lo que está adelante no es tan negro, que no se va a volver blanco de milagro como las camisetas que pulularon en la marcha, pero al menos el gris será un color aceptable para los próximos años.

¿Ganó la vida? No, pero al menos la muerte no tiene el camino libre. La gente cree que hay otras opciones que sobrevivir apenas, que tal vez los hijos y los nietos pueden vivir sin la angustia de tener hipotecado el porvenir y que quizás, tan sólo quizás, exista la oportunidad de morirse de viejo y cortar de tajo la aberración de que los padres entierren a sus hijos.

La vida es terca como la naturaleza misma. Pese a que la pisoteen a diario, reaparece en cualquier resquicio y la marcha sirvió para demostrarlo. Qué tal recordar a Diego Torres para resumir el torrente de gente que no le come a los profetas de desastres:

"Saber que se puede, querer que se pueda
quitarse los miedos sacarlos afuera
pintarse la cara color esperanza
tentar al futuro con el corazón"

Estoy contento, la verdad, máxime cuando la cúpula militar está en La Habana para dirigir la desmovilización de sus enemigos y las Farc comienza a trabajar codo a codo con el gobierno en el desminado de los campos colombianos, labor que demorará varios años, pero dar comienzo a la tarea debe llenar de alborozo al país.

La vida, después de todo, es una buena opción.