Los que odian el trabajo y en todas sus formas son los zurdos imbéciles y mantenidos quienes, con tal de no perder sus prebendas, las cuales les permiten vivir parasitariamente, son capaces de vender hasta la madre y la conciencia y defienden dictaduras que violan todas las libertades individuales y colectivas con tal de que no les pase lo que consideran la mayor desgracia: tener que trabajar honradamente, con sacrificio diario, con dedicación, pensando en construir y no destruir lo poco o mucho que hay, ahorrando poco a poco para conseguir algo y pagarlo con el fruto de su trabajo y no esperando que venga un dictadorzuelo a regalárselo y por eso apoyarlo en todas las locuras que se le ocurran en contra de su propio pueblo.