Necesariamente se impone una evaluación de las conversaciones ya que la retención del general Alzate afectó la mesa de La Habana, desconociendo lo pactado de no mezclar los dos escenarios (el de Colombia y su confrontación y el de Cuba y los diálogos) para evitar interferencias por dialogarse en medio de la guerra.

No va a haber cese bilateral del fuego, pero sí un desescalamiento del conflicto armado, bajándole el tono a las confrontaciones que bien podrían ceñirse a las tropas de tierra y parar los bombardeos, al tiempo que la guerrilla habrá de comprometerse a no atentar contra la infraestructura enérgética y la población civil.

De todas formas, el no haber roto las conversaciones como sucedió con el secuestro de Gechem en la época del Caguán, dice mucho de la voluntad de paz de ambas partes y del grado de madurez del proceso, al que le falta trecho, pero por lo que se ve ya entró a un punto de no retorno.