 Denunciante Leyenda
 |  'Por tener cara de hombre', aerolínea negó práctica a caleña en España
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Cree que nunca es deshora para hacer realidad los sueños. Por eso, a los 45 años, 20 de los cuales ha vivido en España, ingresó a la Escuela Superior de Aeronáutica, en Madrid, y aprobó su examen de técnica de Operaciones Aeroportuarias, que la covertiría en azafata de tierra, solo después de cumplir con un mes de prácticas no remuneradas en una aerolínea previamente seleccionada por la institución.
El curso se extendió por 10 meses, Lorena concluyó como una de las cinco mejores estudiantes de la clase y a finales de agosto de este año, Miguel Tenorio, responsable de las prácticas en la escuela, le anunció que desde el 3 de septiembre desempeñaría funciones por cuatro semanas en la reconocida aerolínea Turkish Airlines.
Ese día, la caleña tuvo turno de 2:30 p. m. a 11:30 p. m. en la terminal 1 del aeropuerto internacional de Barajas. Debía usar el uniforme de la escuela: aretes pequeños, pelo recogido, camisa blanca y chaqueta azul oscura, falda cuatro dedos abajo de las rodillas, tacones no demasiado altos y maquillaje discreto. Recuerda que sus compañeras fueron cordiales y que por ser el primer día no tuvo contacto con pasajeros.
“Llegué feliz. Me sentía como una reina. Por fin ocurría lo que había esperado desde siempre”, cuenta vía telefónica desde su casa en Madrid, donde ha vivido por 15 años con un militar nacido en Palmira, Valle.
Sin embargo, la dicha duró hasta el 4 de septiembre, a las 9:34 a. m, recuerda ella. A esa hora, el mismo Tenorio le anunciaba por teléfono que sus prácticas en la compañía habían terminado porque el representante de Turkish Airlines, Ginés Alarcón, “pensaba que tenía cara de hombre” y que “constituía una mala imagen para la empresa".
Por si fuera poco, Lorena recuerda que Tenorio le pidió que se sincerara y remató preguntándole: “¿Pero de verdad eres un hombre?”. A los cuestionamientos, que a su juicio fueron incómodos, ella respondió que no tenía por qué dar explicaciones de su sexo para adelantar un curso o un trabajo. “Que yo sepa, soy mujer”, le respondió.
Lorena no entendía cómo en Turkish Airlines se habían enterado de que era transexual, de que alguna vez ella llevó vida y cuerpo de hombre, aunque se sentía mujer.
Por su aspecto y su voz, cada vez más femeninas después de varias cirugías y de la ingesta de hormonas, logró pasar desapercibida entre sus compañeros de la escuela. Por eso el asombro de Tenorio y la sorpresa de Lorena con el comentario de la aerolínea. De todas formas, para ella el caso fue una evidente muestra de “transfobia”.
La transformación
Cuenta Lorena González que desde los cuatro años recuerda la sensación de sentirse una niña en el cuerpo de un niño. Frente a sus padres y vecinos en Cali siempre hubo rumores de que “el muchacho es amanerado y nada más”, pero ella, que con su transformación decidió olvidar el nombre masculino con el que la bautizaron, escondía lo que sentía y llevaba sola el calvario por dentro.
De hecho, procurando ocultar su esencia, prestó servicio militar en un batallón de Armenia como varón, donde, cuenta, tuvo múltiples amoríos con otros soldados; estuvo cinco años preparándose en un seminario de monjes capuchinos en Madrid, Cundinamarca, aunque en realidad quería ser monja; trabajó como mensajera en un banco y llegó a ser auxiliar de contabilidad para una entidad financiera.
Hace dos décadas llegó a España en busca de mejores oportunidades y allá tomó la decisión de modificar partes de su cuerpo para asemejar su figura a la de una mujer. Durante cinco años estuvo con psicólogos, quienes determinaron que Lorena requería la transformación y la guiaron sobre cómo debía llevar a cabo el proceso.
Así fue hasta el 11 de octubre de 1999, día de su cumpleaños. En esa fecha sintió que volvía a nacer con la cirugía de reasignación de sexo a la que se sometió en Cali. Le practicaron una orquidectomía bilateral para la extirpación de ambos testículos y con la piel del pene le fabricaron una vagina. A esta intervención le sucedieron los implantes mamarios y de glúteos, y la modificación de su nombre en los documentos de nacionalidad de Colombia y España.
El cambio fue positivo. “Cuando lo tienes claro y ocurre la transformación, te sientes liberada, sientes el descanso y comienzan a disfrutar el amor y las relaciones”, menciona. Lo difícil fue enfrentar con un nuevo cuerpo e identidad a su familia en Colombia.
Su madre, que entonces tenía 70 años, y su padre, de 75, “lo aceptaron, mas nunca lo asimilaron”, dice. La abrazaron, le dijeron que seguiría siendo su hijo, pero nunca pudieron llamarla Lorena.
El trabajo también ha sido un tormento. En España ha conseguido títulos de auxiliar de enfermería, jardinera profesional, recepcionista de hotel, escolta privada, vigilante de seguridad y ahora de azafata, pero ubicar un empleo formal y bien pago nunca ha sido posible.
“Soy una mujer de aspiraciones. No quiero irme de peluquera, pero por esta condición te cierran muchas puertas”, expresa, y continúa diciendo que, por experiencia propia, para cualquier oportunidad miran más el aspecto físico que las mismas capacidades. “Yo puedo sentarme frente a un computador y hacer cosas grandes por este país, pero siempre me dicen que no, o porque eres transexual o porque eres colombiana”, concluye.
A Lorena la apoyan 67.000 personas
Luego de que Turkish Airlines retirara a Lorena de su periodo de prácticas, la mujer denunció su caso ante Dos Manzanas, un medio español especializado en la comunidad LGBTI, y en Change.org, un portal dedicado a promover causas sociales.
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