Curioso país. Se está en medio de unas negociaciones de paz en el exterior, la ley permite estos traslados (Ley 418 de 1997, art. 8., modificada por el art. 3. de la Ley 1421 de 2010) así como los convenios internacionales y con el respaldo del Comité Internacional de la Cruz Roja y como países garantes Chile y Noruega, y algunas personas se rasgan las vestiduras porque negociadores de una de las partes se trasladan al sitio donde se reúnen para integrarse al proceso. ¿Entonces cómo se dialoga? ¿Por telepatía? ¿Por el pensamiento? ¿En átomos volando?

Este grupo viaja a integrarse a una de las mesas temáticas, la de "desmovilización y entrega de armas", en una etapa crucial de los diálogos de La Habana. Importante que pertenezcan al Bloque occidental, lo que da la medida de que toda la organización subversiva está comprometida en el proceso.

Lo curioso, como se ha visto en estos días, es que cuando el senador que hoy derrama su bilis era el que quería dialogar, ofreció hasta inversión que sobrepasaba los mil millones de pesos en un área de influencia de las Farc para mostrar su buena voluntad y estaba dispuesto a despejar una parte del territorio nacional, así como facilitar el traslado de los negociadores de la guerrilla a Brasil, eso estaba bien, pero como Santos es el que lo hace, trina y desatina el pobre sujeto.

Y los que lo siguen, ensalzando sus escupitajos y disfrutando su boñiga, cumplen a cabalidad el proverbio chino que ya he citado en otras oportunidades:

"Cuando el sabio señala la luna, el tonto mira el dedo"