Esto ya se discutió con holgura por la ONU y la Conferencia Episcopal que fueron los que escogieron a las 60 víctimas, con total independencia. En la Mesa de La Habana está sentado el gobierno de Colombia que también es victimario no sólo por la mano de sus propios agentes sino por su alianza con los paramilitares. Y la idea era que las víctimas, las que representan el horror de la guerra (el 58% de las masacres son obra de los paramilitares) expusieran ante las dos partes su dolor y sus deseos de reconciliación, porque en esta terrible guerra no hay víctimas de primera ni de segunda, son víctimas, sin distingo alguno.

El gobierno de Colombia, los organismos internacionales, los países garantes, la guerrilla, los actores políticos y lo que es más importante, las víctimas, todos están de acuerdo en que deben participar todas las víctimas, sin importar el victimario. Porque no sólo la guerra los afectó a todos; también la paz es para todos.