Miedo a la autoregulación y falta de desprendimiento de las comodidades de la sociedad de consumo. Esa es la tragedia que envuelve al Ser de nuestros días. La crisis del cierto personaje consiste en eso. Es incapaz de confesarse el camino correcto expedito al humanismo sin necesidad de alarmarse porque seguro siempre habrá quien te señale si viras hacia el otro lado del despeñadero. Pero bien, sigue siendo tibio hasta la muerte que después de eso ya no habrá tiempo para confirmarte ningún reflejo en el espejo.