La experiencia internacional en la resolución de conflictos enseña que los diálogos deben ser cerrados (delegaciones pequeñas de las dos partes), con una hoja de ruta definida, y en un sitio neutral y aislado. Todo esto lo cumplió el gobierno y gracias a ello se ha avanzado en tres puntos de la agenda pactada.

Infortunadamente, la oposición a ultranza del uribismo y la posibilidad de perder las elecciones, hizo que Santos, para congraciarse con la opinión pública, prometiera la presencia de las víctimas. Los resultados están a la vista.

A dentelladas, en medio de una polémica nacional, a empujones, con descalificaciones y zancadillas, cada quien quiere ir a La Habana, descalificando a l que se le atraviese. Hasta los militares pugnan por salir en la foto. En vez de una delegación venos una montonera que convertirá los diálogos en un ring de quién puede más.

Dicen que el camino al infierno está empedrado de buenas intenciones y éste es un buen ejemplo. Volvemos a repetir la experiencia del Caguán con el desfile interminable de personas, cada quien hablando su propio lenguaje, convirtiendo los diálogos en una pesadilla interminable