Costa Rica se dio lujos que muchos quisieran. Le ganó a dos campeones mundiales y mandó a casa al tercero. Hace una semana los encopetados Italia, Inglaterra y Uruguay miraban por encima del hombro a la pequeña Costa Rica, convertida en el comodín, al que calculaban, no si le podían ganar sino por cuanto.

Hoy, aún faltando una fecha por jugar, Costa Rica está clasificada, le ganó con autoridad a Uruguay (3-1) y dejó en calzoncillos a Italia que al final, acezando, trataba de cubrir sus vergüenzas en medio de la alegría del estadio que aplaudía al David centroamericano.

En la Fuente de la Hispanidad, en el Paseo Colón, en todo sitio, en Alajuela, en Heredia, en Cartago, en San José, en todo el Valle Central, de costa a costa, desde Puntarenas hasta Puerto Limón, la pequeña Costa Rica vibró como nunca. En 1990 pasaron a octavos, pero sólo hasta el tercer partido luego de vencer a Suecia. Hoy lo hacen como gigantes.

Aplausos, muchos aplausos.