Muchas discusiones bizantinas por estos lados y una sola realidad verdadera: fue reelegido Juan Manuel Santos y tiene cuatro años más de mandato y la gobernablidad suficiente (mayoría en ambas cámaras) para sacar adelante sus proyectos.

A pesar de los pronósticos pesimistas es muy probable que el fin del conflicto armado con las FARC se firme al finalizar el presente año, lo que dará un impulso a la mesa de diálogo con el ELN en el Ecuador, a la que es difícil pronosticarle un plazo por la ortodoxia de sus planteamientos.

No voy a extenderme en las variadas reformas que se van a presentar, empezando por la de la justicia que prepara desde hace meses una comisión de alto nivel, así como la de la salud después de la aprobación de la ley estatutaria por la Corte Constitucional y la educativa que deberá buscar los necesarios consensos, pero son tareas para las próximas legislaturas.

Ya está en marcha la locomotora de la infraestructura vial con tres concesiones de las vías de la cuarta generación a consorcios internacionales y en el curso de los próximos meses se otorgarán las restantes, así como las apropiaciones presupuestales para el sector agrario.

El Banco Mundial, antes de las elecciones, pese a su tono pesimista respecto a la economía mundial, le otorga un margen importante de crecimiento a la colombiana por encima del cuatro por ciento para los próximos años.

Y así muchos temas. El panorama es alentador y en el terreno político, pese a la polarización que aún se vive y a haber sufrido el expresidente Uribe su primera derrota en doce años, su presencia es obligada para concertar el modelo de país para los próximos años.

Esperemos que la cordura atempere el caballo desbocado porque la paz ha sido refrendada en las urnas y es un mandato ciudadano para empezar a pensar en el país del post conflicto, poniendo especial énfasis en la educación como motor del desarrollo.

Al presidente Santos le corresponde terminar la guerra, a sus sucesores en todo lo que resta de la mitad de este siglo les corresponderá construir la paz para que las próximas generaciones puedan disfrutarla. Una tarea ardua, llena de obstáculos y enemigos, pero el pueblo colombiano ya dio el primer paso.