Un buen punto para tener en cuenta en las elecciones del domingo.

Cita:

Los saboteadores Nunca he estado tan convencida de un voto. Es el voto contra los saboteadores; es el voto de la paz. Por: Laura Gil En 1997, Stephen Stedman abrió un camino en el estudio de la solución de conflictos cuando publicó su tipología sobre los saboteadores (spoilers) de la paz. Este profesor universitario nunca hubiese podido imaginar que en Colombia el saboteo vendría no de disidencias armadas, sino de un expresidente elegido en las urnas. “Hacer la paz es cuestión riesgosa”, comienza el texto. Juan Manuel Santos lo sabe y lo sufre. En toda guerra, la permanencia del statu quo sirve a muchos y la paz se convierte en amenaza. Sergio Jaramillo lo tiene claro. “Si llega el fin del conflicto, llega la hora de las víctimas; si llega la hora de las víctimas, llega la hora de la verdad; y si llega la hora de la verdad, quienes están detrás de la campaña de mentiras harán hasta lo imposible para descarrilar el proceso de paz”. ¿Quién está detrás de las falsedades, las exageraciones y las filtraciones sino Álvaro Uribe? El candidato Óscar Iván Zuluaga no es más que su instrumento. Álvaro Uribe resultó un saboteador de la paz. Una cosa es el debate político sobre la paz y la guerra y otra diferente, el juego sucio de la revelación de coordenadas, la politización de las Fuerzas Armadas y el uso de información de inteligencia. El exmandatario se convirtió en un ‘saboteador total’. Stedman describe así a quienes ven el mundo en blanco y negro y todo o nada, aspiran al reconocimiento exclusivo de su autoridad y abrazan ideologías radicales: “Un saboteador total se opone a cualquier concesión de paz y su compromiso con la paz negociada es solo táctico, una movida para ganar ventaja en una lucha a muerte”. Así se explica el cambio de posición de Óscar Iván Zuluaga –“sí negociaré la paz”–. Esta promesa está destinada a engañar al votante de centro para llegar al poder y desde allí acabar con la negociación. Las condiciones que pretende imponer el candidato están dirigidas a lograr una admisión de rendición de las Farc, algo que su mentor no consiguió, ni por la vía de las armas, ni por la vía del diálogo, en ocho años. El proceso entrará en coma y su muerte será lenta y dolorosa. La ruptura no sería inmediata, pues un saboteador, cuando está sentado como parte de la mesa de negociación, le apuesta a esconder su propósito para que sea la contraparte quien asuma el costo del rompimiento. Dado el apoyo externo que ha conseguido la mesa de La Habana, desde EE. UU. hasta América Latina, pasando por Naciones Unidas y la Unión Europea, Zuluaga requeriría tiempo para crear un escenario que minimice los costos internacionales. Les guste o no a los saboteadores, esta mesa consiguió los primeros acuerdos con las Farc en la historia del conflicto y un reconocimiento sin precedentes en las experiencias de paz en el mundo en relación con los derechos de las víctimas. Las Farc han aceptado que, al final del proceso, abandonarán el negocio de las drogas, dejarán las armas y se convertirán en partido político. Desde cualquier punto de vista y para cualquier actor externo, estos constituyen logros innegables. Resulta incomprensible que aquí un exmandatario esté al mando de un movimiento para desestimarlos. “La paz negociada tiene perdedores: esos líderes y esas facciones que no logran sus objetivos de guerra”, advirtió Stedman. Los saboteadores del proceso son los que pierden las ganancias económicas o políticas de la guerra y quienes los representan. Stedman argumenta que uno de los caminos para acabar con los saboteadores está en la deslegitimación. ¿Qué mejor manera que una derrota electoral? Nunca he estado tan convencida de un voto. Es el voto contra los saboteadores; es el voto de la paz.

Fuente: El Tiempo