Qué bueno, por fin nos pusimos de acuerdo. ¿Si ve, que cuando se habla se puede llegar a entenderse? De eso se trata el proceso de La Habana, de que no se vuelen más oleoductos, de que no haya reclutamiento de menores, de que no se extorsione, se hagan retenes ilegales, etc. Y del otro lado, para que no haya más falsos positivos, más desaparecidos, más torturados, porque las FARC tienen lo suyo e igual la extrema derecha y los agentes del Estado. Al menos eso dice el Centro de Memoria Histórica en su prolijo estudio. pero eso no se lo inventó Santos. Muchos conflictos, peores que el nuestro, incluso con siglos de odio, como los africanos o el de Irlanda del Norte, los enemigos acérrimos (se espera que los palestinos y los israelíes lo hagan de nuevo) se han sentado a conversar y lo han conseguido.

Si no hubiera lo que usted enumera, si no hubiera tanto odio, tantas matanzas, tanta crueldad, tanto dolor, no habría razón para conversar. Porque estas conversaciones se hacen entre enemigos no entre amigos. Lo curioso del caso es que son las víctimas, las que han sufrido en carne propia esta degradada guerra, las que miran con esperanza estas conversaciones y ellas sí que tienen autoridad moral. ¿Y sabe por qué quieren que se firme el fin del conflicto armado? Por qué están cansadas de odiar y sólo quieren un país en paz.