El fraude en el tiempo compartido ha existido desde que nació la idea del tiempo compartido, pero ha aumentando con la decadencia de la economía. Cuando los tiempos son difíciles económicamente, los dueños de tiempos compartidos se sienten atrapados con una propiedad de estas, porque no pueden viajar o incluso pagar los mantenimientos. Desesperados por recuperar algo de dinero para pagar las deudas, se convierten en
presas fáciles para los estafadores, que les prometen ser una salvación a su problema, pero suelen cobrar por adelantado, con cifras mayores a cinco dígitos y jamás cumplen con lo prometido.