Hay algo que se ignora. Gracias a sus gestiones privadas, varios disidentes cubanos recobraron su libertad, hubo un primer acercamiento entre el ELN y Alvaro Uribe y, aunque conservó su amistad personal con los Castro, se apartó de ellos por su dogmatismo.

Nuestro Nobel siempre fue un amigo de la libertad, de la concordia, de la tolerancia y su obra es un homenaje a Colombia, a la que tuvo siempre presente, como su otro amigo Alvaro Mutis. A México llegó por su amor al cine y su deseo de convertirse en guionista, hasta que se convenció que lo primero debía ser la literatura, como se lo recalcó Carlos Fuentes.

Tratar de agraviarlo por su amor por América Latina, por su admiración hacia otros pueblos, es una necedad producto de la ignorancia sobre su vida y su obra.