Una reciente investigación afirma que no estamos lejos de pensar que los cohetes espaciales son ridículos, todo por la construcción de un elevador que llegue hasta el espacio. Según el informe ‘Elevadores Espaciales: Una valoración sobre la factibilidad de la tecnología y el camino a seguir’, las posibilidades, aun cuando puede sonar ridículo para muchos, son más reales que nunca.
The Huffington Post señala que la conclusión de la investigación es una sola: Es posible construir un elevador que llegue al espacio. Hay que tener en cuenta que muchos riesgos y obstáculos serán solucionados solo con el progreso tecnológico y con los esfuerzos internacionales durante las décadas siguientes.
¿Cómo se construye un elevador espacial? La respuesta no es simple. La idea es crear un sistema de cables sostenidos desde la tierra que lleguen hasta más de 99.000 kilómetros de altura. En ese punto habrá un contrapeso que mantenga el centro de gravedad justo en la órbita de la tierra, así la rotación mantendría el cable tensado y será posible el transporte a través del mismo.
Existen dos tipos de tecnología que permitirían que la construcción de un elevador espacial esté a nuestro alcance. La primera es la invención de nanotubos de carbono, que son 1.000 veces más resistentes que el acero. Esto permitiría que los componentes del elevador sean posibles de construir. La segunda tecnología es el desarrollo de las celdas solares, clave para generar la energía suficiente para su funcionamiento.
Según Peter Swan, uno de los líderes de la investigación y miembro del Consorcio Internacional del Elevador Espacial, una organización con miembros en los Estados Unidos, Europa y Japón, la visión sobre la construcción de un elevador espacial se vio reforzada cuando en 2003 el escritor de ciencia ficción Arthur C. Clarke afirmo que “los elevadores espaciales se construirán diez años después de que dejen de reírse de la idea y en la actualidad se han dejado de reír”.
El sitio web Mother Board señala que la primera idea sobre un elevador espacial surgió en 1895, cuando Konstatin Tsiolkovsky, pionero ruso en estudios espaciales, sugirió la posibilidad de construir una torre que llegara hasta la órbita terrestre.