Pudieron ser más. Aparte de los primeros minutos en los que Arsenal salió por el partido, poco a poco el Bayern fue tomando las riendas del partido, apropiándose del balón, copando el medio campo, asaltando por los costados, con pases precisos, centros mortíferos que un buen Arsenal, durante el primer tiempo trató de contener.

Pero después de quedarse con diez y perder a Cazorla, Özil quedó muy solo y fue el festín de los germanos por las bandas, incisivos, desbordantes, con gran despliegue físico, rapidez, pases precisos, cierre de espacios y solo la mala fortuna impidió al menos dos goles más.

En Munich el Bayern debe sentenciar su paso a cuartos. Ojalá el Arsenal muera con las botas puestas.