Es lo que tiene que hacer si quiere ser presidente dado que no tiene un partido fuerte que lo respalde, incluso con el riesgo de no alcanzar el umbral. Lo primero es hacer la fila y la está haciendo juicioso, tanto que ya la encabeza. Lo segundo es que es un suicidio enfrentarse a un presidente en ejercicio. Lo tercero es que, como vicepresidente queda como su sucesor para 2018, sin discusión.

Aparte de eso, seguramente Santos lo va a poner en un ministerio que le de alta rentabilidad electoral como el de transporte para que impulse el despegue de la infraestructura vial, con un presupuesto de varios billones de pesos. Dentro de tres años, tendrá una popularidad altísima y el respaldo de toda la maquinaria política que hoy acompaña a Santos para lanzarse como candidato.