Ver Mensaje Individual
Antiguo 02-02-2014 , 11:28:30   #2
PEDROELGRANDE
Denunciante Dorado
 
Avatar de PEDROELGRANDE
Me Gusta PEDROELGRANDE apoya: Zona Hot
PEDROELGRANDE apoya: Zona Modelos
PEDROELGRANDE apoya: Zona Deportes
Estadisticas
Mensajes: 23.461
Me Gusta Recibidos: 9511
Me Gustas Dados: 8738
Ingreso: 06 oct 2008

Temas Nominados a TDM
Temas Nominados Temas Nominados 42
Nominated Temas Ganadores: 0
Reputacion Poder de Credibilidad: 217
Puntos: 380179
PEDROELGRANDE tiene reputación más allá de la reputaciónPEDROELGRANDE tiene reputación más allá de la reputaciónPEDROELGRANDE tiene reputación más allá de la reputaciónPEDROELGRANDE tiene reputación más allá de la reputaciónPEDROELGRANDE tiene reputación más allá de la reputaciónPEDROELGRANDE tiene reputación más allá de la reputaciónPEDROELGRANDE tiene reputación más allá de la reputaciónPEDROELGRANDE tiene reputación más allá de la reputaciónPEDROELGRANDE tiene reputación más allá de la reputaciónPEDROELGRANDE tiene reputación más allá de la reputaciónPEDROELGRANDE tiene reputación más allá de la reputación
  
Predeterminado Respuesta: Paros agrarios, destitución de Petro, proceso político, resistencia y potencia social de

La memoria histórica

La potencia social efectiva tiene que visualizarse y compararse teniendo en cuenta distintos periodos, distintos contextos, escenarios y coyunturas. Los actores que participaron del 9 de abril de 1948 o del paro cívico de 1977, no son los mismos que hacen presencia en las acciones de los meses recientes.

Hay una memoria social, es cierto; pero la memoria social tampoco es continua, no se da en un sujeto, llamado pueblo, como si fuese el mismo, además de suponer un sujeto. El supuesto de sujeto es una pretensión insostenible, aunque lo nombremos como sujeto social. No hay tal persona, salvo en el imaginario político. Se trata de multitudes, conformadas por singularidades subjetivas y corporales (Negri). La memoria social se reconstruye colectivamente, mediante la recuperación de lo acontecido, recurriendo a remembranzas, orales o escritas, incluso ahora, audiovisuales. La memoria social se reconstruye en el debate, en la interpelación, retomando el pasado como referente. Se trata de un pasado representado, de la representación del pasado. Es imposible sostener que se habla del pasado, como una entidad ontológica perdurable. Ese acontecimiento, que tuvo su presente, ya no está. Lo que se trae a escena es su representación, su imaginado, cuyo valor es servir no sólo como

argumento, no sólo como ejemplo y referente, sino como artefacto representativo en las luchas del presente, tal como ocurre por estos días en la Plaza de Bolívar de Bogotá con la destitución del Alcalde Petro, en donde las alusiones al Bogotazo y al Palacio de Justicia son recurrentes.

La memoria social de acontecimientos como el 9 de abril y el Paro cívico del 77, se reconstruye en nuevas luchas, acudiendo a las representaciones forjadas de estos pasados, para comprender mejor las luchas del presente en cuestión. Hay pues una invención del pasado; invención en pleno sentido, como recreación representativa, como constitución de una memoria social, selectiva y creativa. Esto significa que lo que tienen a mano, por así decirlo, los y las luchadoras, es el presente. Lo que hacen es dilatar este presente con el espesor rescatado por la memoria social.

En suma, no hay una genealogía de la potencia social, sostiene Prada en la línea de Rene Zavaleta.

Lo que hay es una constante reproducción de la potencia social, la que recurre a la invención y recreación del tiempo histórico, del pasado. Lo que hace la memoria social es construir un pasado constitutivo para lograr dilatar un presente, haciendo de este momento el lugar y la perspectiva desde donde se abre un nuevo horizonte.

El análisis de las recientes movilizaciones agrarias y urbanas, como la actual de Bogotá, ha de efectuarse a partir de su propio estallido, su campo de singularidades, de sus propios mecanismos y engranajes conformados. En relación a la historia, lo que interesa es comprender cómo los movilizados se reinventan el pasado, como espesor representado de su propio presente, como imaginario social y como recurso en la formación discursiva de la movilización.

Los rebeldes de hoy son los que defienden el programa agrario, los que lucha contra el despotismo del Procurador Ordoñez, por el derecho a las Zonas de Reserva Campesina, los subsidios cafeteros, los que defienden los derechos de los indígenas, los que se levantan contra los TLCs y el modelo neoliberal, cuyo impacto social ha destruido el ******o productivo y la solidaridad social. Este conglomerado social, de organizaciones, de multitudes, de masas, ha dado forma a un bloque popular capaz de lograr importantes victorias políticas hacia el futuro.

La reciente potencia social ha logrado contener en parte el modelo neoliberal, la insolencia ultraderechista del uribismo encarnada en el Procurador Ordoñez, el empeño guerrerista de la camarilla dominante, y si se quiere, parcialmente al Estado neoliberal paramilitarizado. Abriendo el camino a un "proceso" político transformador por las implicaciones que va teniendo el proceso de Paz.

Desde luego, en el juego entre el polo real y el polo ficticio del proceso político, es conveniente asumir el protagonismo del Estado y sus infraestructuras. El polo ficticio representado por el Estado tiende a capturar la potencia social.

Prada sugiere que para entender tal situación es necesario adentrarse en el mundo del Estado.

El Estado actual es el Estado capitalista moderno. Colombia es este Estado, desde finales del siglo XIX. Hablar de Estado aparente, para distinguir la condición de más Estado de la condición de menos Estado, no es otra cosa que diferenciar, si se quiere, grados y formas del mismo Estado. En todo caso, lo aparente, la condición de aparente, es el mismo Estado. El Estado como tal, como sujeto, como unidad, como entidad trascendente, no existe; lo que existe es el campo institucional, el campo burocrático, el campo político, el campo social, el campo escolar, que reinventan y reproduce la institución imaginaria del Estado.

Una tesis apropiada es la que define el Estado como campo de luchas. Como si distintas formas de Estado se disputaran la hegemonía, la definición del perfil. Esta tesis es ilustrativa; sin embargo, de ahí a creer que una de las formas de Estado es la que va a liberar al pueblo, a la sociedad, a los campesinos, a la multitud, no es más que "ideología". Pueden, algunas formas de Estado, mejorar las condiciones sociales mediante los subsidos; pero, de ninguna manera puede romper los límites del Estado, la estructura nuclear del Estado; no puede modificar la función estatal. El Estado, como campo institucional, como campo burocrático, como campo político, no puede sino reproducir su mapa institucional, que no es otra cosa que la reproducción de los diagramas de fuerzas, de las relaciones de dominación y de las estructuras de poder, inscritas en el programa de esta fabulosa maquinaria. El problema en las sociedades periféricas, en los Estado subalternos, es que están, en el marco del orden mundial, en el contexto del sistema-mundo capitalista, para administrar la transferencia de recursos naturales a los centros y potencias emergentes del sistema-mundo. Aun cuando sean más sensibles los gobiernos del Estado, no pueden romper los límites impuestos por la dependencia imperial. Para hacerlo, están obligados a trastrocar no sólo los perfiles de los términos de intercambio, sino las mismas estructuras y la geopolítica del sistema-mundo capitalista. Este trastrocamiento no puede efectuarse en las condiciones del actual Estado. Se requiere de una revolución política que vaya más allá del Estado vigente.

Lo que hay que saber es que la potencia social, desplegada en la movilización prolongada, no atraviesa, por ahora, los umbrales del Estado.

La potencia social, mejor dicho, la composición lograda por la potencia social, tal como se plasmó recientemente, de acuerdo al alcance de su irradiación, al no atravesar los umbrales del Estado, puede ir siendo capturada por este mismo Estado. Sus fuerzas pueden servir para reproducir nuevas forma de Estado oligárquico.

Ciertamente, la potencia social no desaparecerá, aunque parte de sus fuerzas sean capturadas y sirvan para la reproducción del poder.

La potencia social sigue generando su energía vital, produciendo alteratividades minuciosas, detalladas, en la filigrana del campo político y del campo social. Desplegando nuevas fuerzas, todavía no articuladas, en la consecución de alternativas. Resistiendo desde lo comunitario, lo común, a la expropiación privada y pública. Las tareas del momento corresponden a articular las nuevas resistencias, buscando una nueva composición de la potencia social, capaz de atravesar los umbrales del Estado oligárquico.

En el polo del poder, el gobierno es la acción política del Estado. El gobierno es la ejecución, es el ejercicio de poder como institucionalidad concentrada. El gobierno es la administración y la conducción de la nave del Estado. Es el lugar donde se definen las políticas públicas. Se toman las decisiones sobre la coyuntura y el periodo; se enfrentan los problemas, los conflictos, de una u otra manera.

Hecho el análisis en esos términos, Prada concluye con las siguientes afirmaciones que son pertinentes para nuestro caso y coyuntura.

- No se sale de la trama política, inscrita como formato, si no se teje otra trama.

- Para que las composiciones de las dinámicas moleculares de la potencia social, para que las fuerzas constituidas por la potencia social, no sean capturadas por las redes institucionales del poder, es menester la desmesura y la proliferación abundante de las líneas de fuga como las que se multiplican en la movilización bogotana.

- La organizaciones sociales no son, de por sí una garantía, para resistir a la atracción del poder, del polo ficticio del poder, que se alimenta de potencia social. Es menester que la movilización pueda atravesar los límites de las representaciones, que son otras prácticas, delegadas, de las formas polimorfas de poder.

- Para mantener la permanente creación de la potencia social, es menester mantener abierta, de manera permanente, la capacidad inventiva, la flexibilidad de las composiciones y organizaciones sociales, haciendo recaer el condicionamiento en la facultad dinámica y participativa, no en los efectos molares, estadísticos, orgánicos e institucionales.

- El polo ficticio del poder, las instituciones imaginarias, deben ser absorbidas por el polo "real", la potencia social. Esto puede ocurrir en revoluciones/transiciones continuas emancipadoras y liberadoras.

- La caída de la potencia social, de las fuerzas y composiciones de la potencia social, de la movilización prolongada, en las redes institucionales del Estado-nación, se debe a que las condiciones de posibilidad aún no se reúnen.

Es lo que ofrece la interpretación de nuestro agitado acontecer social, en la dirección de la reorganización de la potencia social para enfrentar las nuevas batallas contra el régimen oligárquico.

__________________

Última edición por PEDROELGRANDE; 02-02-2014 a las 11:31:09
PEDROELGRANDE no está en línea   Responder Citando
 
Page generated in 0,09330 seconds with 11 queries