Una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa. Lo cometido en Pradera es un crimen de guerra, penalizado por los Convenios de Ginebra que prohíbe involucrar a la población civil en el conflicto armado y creo que todos los colombianos, salvo los fanáticos de izquierda, rechazamos y exigimos que, en la mesa de negociaciones se pacte la terminación de estos actos.

La otra, y en esto hay acuerdo casi generalizado, es que llama la atención que el grupo guerrillero, por primera vez en su historia, rechace este acto y anuncie sanciones disciplinarias. El que lo hayan hecho significa dos cosas: una que la cúpula no está de acuerdo con este crimen (lo cual es obvio porque lo único que consiguen es el rechazo del país) y otra, que hay una división al interior lo que indica que Pablo Catatumbo se quedó solo.

Sobre esto último es mi comentario.