Si te sorprende que algunos miembros de tu familia coman uvas al ritmo de las campanas que anuncian el año nuevo, se suban sobre las mesas o salgan a caminar con maletas para que la buena suerte toque sus puertas, sigue leyendo y date cuenta de que en el resto del mundo no están mucho más cuerdos.
1. En algunos territorios de la antigua Yugoslavia, los niños están dispuestos a lo que sea con tal de que los padres les entregue sus regalos. La tradición es que los pequeños amarren a los grandes y griten: “¡Día de la madre! ¡Día de la madre! ¿Qué harás para que nos dejes libres?”
2. En Portugal ocurre algo que a mucha gente solo le daría miedo. Los ancianos suelen añadir uno o más platos extras a las mesas de año nuevo para que los muertos también coman. Se supone que así recuerdan a sus familiares y reciben buena suerte.
3. Venezuela no podía quedarse fuera del contexto internacional de las supersticiones. Esta lista fue publicada por la revista Forbes, cuyos periodistas quisieron destacar la costumbre criolla de cerrar las calles y patinar para que lo de hacer ejercicios el año que viene comience desde el primer instante.
4. Volvemos a Europa del Este. Los ucranianos, que están convencidos de que encontrar una telaraña es sinónimo de un éxito como el de dar con un trébol de cuatro hojas en Irlanda, suelen esconder telarañas artificiales en los árboles de Navidad para que la gente se emocione si encuentra alguna.
5. Los niños son igual de inquietos durante las reuniones en todas partes del mundo, pero el Australia tuvieron una idea: los asustan con la supuesta existencia de un monstruo llamado “Krampus”, el cual se pasea por las calles de la ciudad hostigando a los pequeñitos que se portaron mal.