Ni tanto que queme al santo, ni tan poco que no lo alumbre. Ni la izquierda está en la inmunda ni la derecha va corriendo hacia la gloria.

Veamos:

Para fortuna de la izquierda, un procurador fundamentalista, envanecido con el poder absoluto que le dio la Constitución del 91, con su fallo desproporcionado hizo el milagro de transformar a un alcalde inepto y soberbio en un mártir de la democracia que, muy seguramente va a salir en hombros del Palacio Liévano.

En un país de emociones y no de razones, a la izquierda fragmentada, poblada de egos, estalinista y retrógrada, se le apareció la virgen. Ahora tienen una causa común que los une: Petro; un enemigo común que los une: Ordóñez; un propósito común: pescar en río revuelto.

Si a punta de recusaciones, reposiciones, medidas cautelares, tutelas, e incluso con la fiscalía metiendo la mano, puede llegarse a que el proceso revocatorio llegue a las urnas, antes de que Ordóñez lo destituya, Petro saldrá fortalecido, y con él la izquierda. Y aunque en este momento puntean Peñalosa y Juan Manuel Galán como posibles sucesores de Petro, no hay que descartar que toda esta ola de descontento termine por elegir a alguien de la izquierda.

No hay que ensillar antes de traer las bestias. Si hay resurrecciones en este mundo es en la política.