Todo es económico. Falcao se fue por el astronómico salario y por la promesa de armarse un equipo de primera línea, pero el dueño sólo cumplió con una parte y cerró la chequera impidiendo la llegada de un segundo delantero (sonaba Hulk). Hoy, perdido el liderato y con la perspectiva de que a partir de junio de 2014, el Mónaco debe tributar al Estado francés, el salario de Falcao queda reducido a la mitad. Sin estas dos motivaciones y un entrenador que, como buen italiano, juega a un fútbol defensivo, deben tener pensando a Falcao en abandonar el proyecto. Y se facilitan las cosas al no ser propietario de su pase un fondo de inversión (esto le impidió llegar a la Premier) sino un equipo.

Puede que Falcao termine la temporada, pero es difícil pensar que cumpla los cinco años del contrato.