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Exclamation Guerra de las esmeraldas: fuego verde Calificación: de 5,00

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Dos días después del atentado en su contra con una granada,Pedro Rincón, alias Pedro Orejas,señaló como responsables a algunas familias de esmeralderos rivales.

Pedro Nel Rincón, conocido en el mundo de las esmeraldas como Pedro Orejas, está vivo de milagro. En la noche del sábado 9 de octubre dos hombres le lanzaron una granada cuando se encontraba en las fiestas del campesino en Pauna (Boyacá). Cuatro personas murieron, entre ellas un niño de 8 meses


, y seis más resultaron heridas tras la explosión, entre ellas Rincón y su hijo.


El ataque a uno de los grandes protagonistas del negocio de las esmeraldas tuvo gran impacto nacional. Altos jerarcas de la Iglesia y las autoridades lo consideraron como el inicio de otra guerra verde, como la que libraron facciones de esmeralderos a mediados de los ochenta, que dejó entre 2.500 y 3.500 muertos en solo dos años.


La realidad es que lo que ocurrió con Rincón no es el inicio de una nueva guerra sino el episodio más reciente y destacado de una que lleva cuatro años y supera el centenar de víctimas. Tan solo en los primeros diez meses de 2013 se registraron 25 homicidios, muchos de ellos en Bogotá, relacionados con ella.


En enero pasado, tres sicarios asesinaron en Tunja a Víctor Ramírez, exdirector del CTI en Boyacá y abogado de Pedro Orejas. En mayo, en el noroccidente de la capital, fue asesinado Óscar Casas, abogado especialista en tema de tierras al servicio del fallecido zar de las esmeraldas Víctor Carranza . Un par de días después, en Quípama, Boyacá, un exdiputado también cercano a Carranza cayó víctima de las balas de asesinos.


Y en junio, Pedro Ortegón, su hombre de confianza, fue asesinado en la Avenida Jiménez con carrera Séptima, en pleno centro de Bogotá.


“Parecen muertes aisladas. Como son gota a gota no hacen mucho ruido pero en realidad la lista de muertos de esa guerra es larga. Y de gota en gota se ha ido llenando el vaso con muertos de esa guerra”, dijo a SEMANA un fiscal que investiga varios de esos homicidios.


El inicio
Este conflicto se remonta a 2005, cuando en la zona esmeraldífera del occidente de Boyacá apareció un hombre llamado Yesid Nieto. El mundo de esas piedras históricamente siempre fue de clanes familiares tradicionales. Nieto, que llegó a la zona de la mano de Pedro Orejas y con una fortuna producto del narcotráfico, se declaró nuevo zar de las esmeraldas, en abierto desafío a Carranza.


Para enfrentarlo, Nieto le pidió al paramilitar Freddy Rendón, alias el Alemán apoyarlo con combatientes enviados a Boyacá. El objetivo de Rincón y Nieto era quedarse con toda la explotación minera, como lo intentó en su momento Gonzalo Rodríguez Gacha. Nieto sobrevivió a dos atentados en 2006 y finalmente fue asesinado en Guatemala en 2007.


Por un par de años hubo una relativa calma. En gran parte, porque en 2008 Pedro Orejas terminó tras las rejas por el homicidio de un escolta de un excuñado y socio en Pauna, a quien a plena luz del día le propinó 12 tiros. A los pocos meses, una fiscal lo dejó en libertad en una polémica decisión. Más tarde, la funcionaria fue arrestada al comprobarse que recibió 150 millones de pesos de Orejas por ayudarle a archivar otro proceso, por desaparición forzada.


Mientras Rincón estuvo preso, Carranza y sus socios, dueños de la mina Cunas, hicieron un pacto con el clan de Rincón y sus hermanos, dueños de la mina La Pita, para explotar en conjunto una veta que se encuentra entre las dos minas conocida como Consorcio. La paz no duró mucho. Rincón fue acusado de tratar de sacar provecho al explotar más allá de los límites establecidos. Carranza y sus socios optaron entonces por cerrar e impedir la exploración allí. La decisión del zar tuvo consecuencias que no se hicieron esperar.


En julio de 2009 y marzo de 2010 Carranza fue objeto de dos cinematográficos atentados en Meta, con cohetes, granadas y fusiles. Como responsable de esos ataques fue señalado Pedro Orejas, quien habría realizado una alianza con los paramilitares de alias Cuchillo y el narcotraficante Daniel ‘el Loco’ Barrera, para sacar del camino a Carranza. Paras y narcos ya han declarado en diferentes procesos sobre sus presuntas alianzas con Orejas sin que hasta ahora la Justicia haya tomado alguna decisión.


La tormenta perfecta
Durante 2011 y 2012 los jefes esmeralderos, acompañados por la Iglesia Católica, hicieron varias reuniones para ratificar los acuerdos de paz que terminaron con la primera guerra verde hace más de 20 años. Sin embargo, mientras en la mesa se hablaba de paz, los muertos han seguido cayendo en Boyacá, Meta y Bogotá.


Para octubre del año pasado Carranza estaba debilitado y al borde de la muerte, producto de un cáncer terminal. Hernando Sánchez, su socio principal, se vislumbraba como la cabeza visible y el líder de una facción de esmeralderos. Ese mes, Sánchez recibió 11 disparos en la Zona Rosa de Bogotá y sobrevivió milagrosamente. Las investigaciones señalaron a Pedro Orejas como el principal sospechoso.


Seis meses después, en abril de este año, Carranza murió. El viejo zar dejó grabaciones de muchas de sus reuniones con amigos y enemigos, a las que tuvo acceso SEMANA, que revelan cómo se mueven las fichas del ajedrez en el oscuro mundo de las esmeraldas.


En una de esas conversaciones Diosdé González, socio y cuñado de Pedro Orejas, le confesó a Carranza que Pedro y sus hermanos habían llevado a los narcos y los paras a la zona esmeraldífera. También que ellos habían estado tras los atentados en su contra. Esos audios muestran la habilidad de Orejas para forjar alianzas con todo tipo de delincuentes y dejan en evidencia su ambición para quedar como amo y señor absoluto.


Sin el poderoso zar en el camino y con su principal socio convaleciente, Pedro Orejas se autoproclamó automáticamente nuevo capo del mundo de las esmeraldas. “Pedro (Orejas) tiene claro que el viejo (Carranza) ya no está y sabe que ninguno de los herederos y socios tiene el peso para pelear con él. Pero también tiene claro que para quedarse con todo tiene que salir por las buenas o por las malas de los testaferros, abogados y socios menores que hacen parte de la organización del viejo. Eso explica por qué aún después de muerto Carranza siguen asesinando a su gente”, explicó a SEMANA un socio de Orejas.


Media docena de fuentes de los diversos bandos del mundo de las esmeraldas consultadas por SEMANA, que por razones obvias pidieron el anonimato, así como miembros de la Fiscalía y de agencias de inteligencia nacionales y extranjeras, coinciden en que Orejas ha realizado una serie de nuevas alianzas para lograr llegar a la cumbre y tratar de mantenerse a sangre y fuego. Uno de los principales aliados con los que contaría es un hombre de apellido Pachón, conocido en el bajo mundo con el alias de Puntilla.


Es nada más y nada menos que el heredero del imperio mafioso del Loco Barrera (ver recuadro). “Puntilla le garantiza alianza con bacrim en gran parte de los Llanos Orientales, oficinas de sicarios en Bogotá y tratos y respaldo militar con los Urabeños y negocios con Megateo. Es la tormenta perfecta”, explicó un integrante de una agencia antidrogas extranjera.


Aunque forjar ese tipo de alianzas posiblemente haya sido la razón del ascenso de Orejas al trono de zar de las esmeraldas, en el mundo del crimen organizado es común que quienes un día son los amigos al día siguiente sean los enemigos. De hecho SEMANA conoció que una de las hipótesis que investigan las autoridades sobre los responsables del atentado contra Orejas tendría que ver con un problema con droga.


“Una de las múltiples informaciones que han llegado señala que Rincón habría ‘tumbado’ a uno de sus socios urabeños en un envío y que el ataque es una retaliación por eso. Pero es un dato preliminar que se está explorando”, contó un investigador de la Fiscalía.


En entrevistas tras su atentado, Rincón ha señalado a quienes, según él, podrían ser los responsables. “Yo creo que la familia Carranza no tiene ningún problema en esta situación, hay otras familias que son las que están detrás de nosotros, bregarnos a quitar del camino. Tengo una retaliación con la familia Murcia y hay una con la familia Cañón que son los que están a la pata mía”, afirmó, al referirse a dos de los clanes tradicionales de las esmeraldas.



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