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 Denunciante Leyenda
 |  Aquí hay sexo: se llama pene y no pirinola
Calificación: de
5,00
 |  Foto Referencial El Bloguero Diego Arguedas de La Plataforma Hablemos de Sexo y Amor se cuestiona por qué a la gente le cuesta llamar por su nombre a los órganos genitales. Hablemos de Sexo y Amor habla de forma libre, clara y sin rodeos sobre asuntos cotidianos de la sexualidad humana. Por Diego Arguedas/Hablemos de Amor Se llama Pirinola. Ese era uno de los nombres con los que, de niño, aprendí a llamar a mi pene. Pipi, era otro. Ya más adelante vas ganando nuevas palabras y aprendes otras nuevas, como verga, pero que de algún modo están prohibidas. Unknown Object Hay palabras buenas para pene y palabras malas para pene, que no es lo mismo que penes buenos para las palabras y penes malos para las palabras. Estoy seguro que el hecho de poder llamar al pene de 10 maneras diferentes no vale cuando alguien “cuenta” cuántas palabras de un idioma conoce una persona. Piénselo, ¿de cuántas maneras diferentes usted puede decir pene? ¿Y vagina? Son una máquina de sinónimos. El asunto es que aprendí a decirle pirinola. Creo que fue por poco tiempo que la llamé así, pero después quedó el concepto. Y me parece divertido. ¿De dónde viene esa palabra? Y, más que todo, ¿por qué tenemos tantas palabrillas para hablar de un “Órgano masculino del hombre y de algunos animales que sirve para miccionar y copular”, como lo define la ilustre RAE? Lo mismo para las chicas. A todos nos dijeron que eso se llama diferente. Es muy confuso, ¿no creen? Imagina que durante toda su infancia creen que su perro se llama Bob. Tú y Bob son amigos. De hecho, Bob y tú son inseparables (no, en serio, inseparables). Creciste con él, compartieron juegos en el patio y emparedados de mantequilla de maní con jalea. Pero un día, te dicen que no se llama Bob. -Bueno, Bob era para cuando eras chico. Ahora le podés decir Joaquín.
¿Se hacen la imagen? En serio, es muy confuso. Y es como si le tuvieran miedo a Bob. Como si por decirle Joaquín, Bob nos fuera a morder una mano o fuéramos a perder felicidad eterna. Si se llama Joaquín, no hay mucho que hacerle. Podríamos decirle Quincho, pero hasta ahí. Pene. Vagina. Nuestra sexualidad tal vez sería mucho más sencilla si comenzáramos a llamar las cosas por su nombre, pero es un comienzo.
- Hija, eso que tienes es una vagina.
- Mijo, eso es un pene. Si te lo tocas para que sepas como es no te va a pasar nada. Es como tocarse el codo o la oreja para aprenderse su forma. Díganlo en voz alta. Pene. Vagina. Después díganselo a alguien hoy. “Usted tiene un pene”. “Usted tiene una vagina”. Luego me cuentan qué dicen.
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