La amistad entre seres humanos y animales salvajes no ha dejado de presentarse como un enigma. Aunque no solo la gran pantalla nos ha regalado este tipo de complicidades insólitas en un espacio en el que parecían no operar las leyes del hombre, lo que no se imaginaba un niño de doce años oriundo de Rusia es que cuando encontró un pequeño gorrión en la calle, que estaba a punto de morir, este iba a convertirse en su mejor amigo, en su amigo inseparable.
El niño se hizo cargo del pequeño pájaro y le ayudó a recuperarse. Ahora, el gorrión de nombre Ebby está tan agradecido que jamás abandona a su salvador ni un solo minuto.
Y aunque la relación que puedan establecer un niño y un ave de apenas treinta gramos no deja de ser extraordinaria más aún lo es la amistad entre una serpiente pitón de cinco metros y nueve años de edad, y un niño, de la misma edad que vive en Camboya. Actualmente, la pitón es un miembro más de una familia pobre que la cuida como si de uno de ellos se tratase.
Pero estas historias no solo se han limitado a ser encuentros fortuitos con un final feliz. El caso de John Unger y su perro Schoep es bien distinto y la foto de ambos en el lago Bakefield, en Wisconsin, sin duda, se ha convertido en un símbolo de la amistad para todos.
John adoptó a Schoep cuando este era solo un cachorro de ocho meses. Compartieron una vida llena de complicidad durante dos décadas en las que el propio John reconoce haber superado depresiones y tentativas de suicidio gracias a la compañía de su perro. Sin embargo, en los últimos años Schoep se vio aquejado de una artritis que le hizo perder movilidad y que le sumó tal dolor a sus ajadas patas que ni siquiera le permitía conciliar el sueño.
Su historia tocó el corazón de internautas de todos los rincones del planeta cuando Hannah Hudson, amiga fotógrafa de John, inmortalizó el momento en el que John daba uno de sus baños diarios a Schoep para liberarle temporalmente de los dolores de la artritis.
Unger explica en una entrevista a La Voz de Rusia como cuando su amiga Hannah publicó la foto en Internet, en agosto de 2012, la gente comenzó a compartirla en masa. Entonces fue cuando John decidió abrir una página en Facebook en la que solicitaba ayuda para el tratamiento láser que su perro necesitaba cada semana y que él no podía costear. La historia conmovió tanto al público que el resultado fue trescientos mil "me gusta" en Facebook y una cantidad ingente de ayuda económica y material para Schoep. “A casa llegaban sacos de pienso para perros mayores con artritis y también recibimos una cama especial en la que Schoep, por fin, podía conciliar el sueño”, contó a La Voz de Rusia. El dueño se negó a sacrificar a su amigo, que murió a finales de este mes de julio a la edad de veinte años por causas naturales, todo un récord para nuestros amigos de cuatro patas.


Otro ejemplo de "amistad salvaje" es la historia del león Cristian y sus amigos humanos. El cachorro de león fue criado con el cariño y amistad que le brindaron sus dueños: John y Ace, quienes tuvieron que llevarlo a su hábitat natural en Kenia y después de casi un año sin verlo, volvieron a encontrar. En el siguiente vídeo se puede ver este reencuentro y cómo el animal, cuando reconoce a sus amigos, se abalanza sobre ellos para darles un abrazo que podría haber sido mortal pero que, sin embargo, era un gesto puro de amor.
Por último, la imagen que prende en las redes sociales es la de Christophe Thomas, un joven granjero francés, con su toro. Christophe cuenta que compró el toro bravo a la ganadería Domecq (en España) y que este estaba destinado a ser toreado en Barcelona. "Cuando les pregunté si era difícil educar a un toro me contestaron: 'Si lo cuidas bien, verás que es incluso más fiel que un perro'. Esto demuestra que ellos saben bien el tipo de animal que tienen y que mandan a las corridas", cuenta el francés. El realizador Pablo Knudsen captó estas imágenes de su hermosa amistad y su vida en común, para disfrute de los amantes de los animales y antídoto contra los prejuicios extendidos por los aficionados a la tauromaquia.