Harley Road King 110th Anniversary: un buen homenaje
En total, la marca estadounidense había planteado no una sino seis versiones aniversario, todas en edición limitada, sobre otros tantos modelos. En concreto, de las 1200 Custom, Super Glide Custom, Fat Boy Special, Heritage Softail Classic, Electra Glide Ultra Limited y Road King.
El objetivo era fabricar (y vender) en todo el mundo unas 12.000 unidades, cada una de ellas con su placa identificativa y numerada. De esa cantidad, 1.750 son de la Road King, cuya edición especial no es mucho más cara que el modelo normal. Apenas 1.500 euros separan a una de otra.
De hecho, el trabajo realizado en su personalización se centra en pocos aspectos pero con un resultado muy vistoso, gracias al especial diseño de la pintura que se combina con un mayor número de cromados alternando con otros realizados en color negro. La instrumentación es muy exigua –velocidad, autonomía, consumo y poco más– y va colocada sobre el depósito, donde también se ha insertado un logo conmemorativo realizado en bronce con detalles en níquel negro y envejecidos.
Además, hay que citar el manillar de tipo ‘búfalo’, el faro delantero de diseño más clásico y mayor tamaño, el parabrisas fácilmente extraíble, el asiento con dos alturas muy diferenciadas o las maletas laterales. Éstas, que en la Road King Classic son dos alforjas de piel, se sustituyen por unas cubiertas pintadas y lacadas.
En la parte mecánica encontramos el tradicional bicilíndrico refrigerado por aire y con casi 1,7 litros de cilindrada. Ofrece un par máximo de 135 Nm a 3.250 revoluciones por minuto y está muy presente desde el inicio de la marcha, tanto por las vibraciones que transmite como por el calor que desprende.
Pero de eso ya está avisado cualquier potencial cliente de Harley y, en cambio, tras realizar un recorrido de más de 2.000 kilómetros a bordo de esta Road King, las conclusiones son muy positivas.
En primer lugar, hay potencia más que suficiente para desplazarse al ritmo sosegado que piden los más de 400 kilos de peso que, incluyendo el piloto, hay que desplazar. El ancho manillar facilita el manejo de la moto y el diseño del asiento o los cómodos reposapiés hacen que los kilómetros pasen sin excesivo cansancio. El parabrisas nos protege bien de las inclemencias y el viento y el control de crucero (de serie) supone otro plus de comodidad.
Suspensiones y frenos, éstos con antibloqueo de ABS, cumplen sobradamente dado el trote sosegado que impone la moto, por lo que sí nos sorprendió negativamente un consumo mayor de lo esperado. No obstante, al contar con un depósito con casi 23 litros de capacidad, no es difícil recorrer más de 300 kilómetros sin parar a repostar.
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