Yo era victorino clase media

La primera vez que leí la sinopsis de Cuando quiero llorar no lloro (el nombre original de Los Victorinos) me pareció una cosa rarísima: era la historia de tres jóvenes homónimos, nacidos el mismo día, cada uno de una clase social diferente y destinados a morir el día en que se encontraran. Mi personaje era Victorino Perdomo, un tipo de clase media que por situaciones de la vida, termina metido en la guerrilla y muere abaleado tratando de robar un banco.

La primera escena que hice en Los Victorinos fue en la que me acuesto con mi madrina. Así, de entrada. Llegué al set, me empeloté y me metí con ella en la cama. Estaba muy nervioso, no conocía a nadie y además la actriz que hacía de mi madrina estaba embarazada del actor que hacía de mi padrino, su esposo en la vida real; todo el mundo estaba muerto de la risa. Sin duda era un programa bastante agresivo para su época, y eso le aseguró el éxito que tuvo. Recuerdo que alguna vez fuimos a Ipiales y nos contaron que había ido más gente a vernos a nosotros que a Chayanne. Cuando murió mi personaje, en la Nacional escribieron un grafiti que rezaba: "Por la muerte de nuestro compañero Victorino Perdomo". La serie duró un año en el que muchos esperaban con ansiedad cada domingo para ver qué iba a pasar.

Hace casi tres años nació Salomé, mi hija, y con ella nació un proyecto al que le dedico mucho de mi tiempo: Bioagro Salomé, una empresa de café orgánico para importar. Pero mi oficio y mi gran ingreso sigue siendo la actuación. Me ha ido bien, gracias y a pesar de Perdomo. En este momento, RTI tiene pensado volver a producir la serie bajo la dirección de Ramiro Meneses, quien ya me dijo que quiere que los tres Victorinos estemos involucrados en la actuación, aunque no en los papeles originales, evidentemente. Y no me tomen a mal, estoy agradecido con Victorino, pero vencerlo ha sido imposible