Amistad prohibida

Amistad prohibida.

Soy casado, adoro a mi esposa e hijos, pero siento una atracción casi obsesiva por Virginia una compañera de trabajo, guapa soltera de 35 años. Suele ir bien arreglada, bien maquillada y siempre estuve convencido de que a ella le atraigo mucho, sus bromas su coqueteo, siempre sin cruzar la línea de lo muy directo, sin hacer evidente sus deseos. Casado para ella soy inalcanzable. Conoce a mi esposa y no quiere ser causa de problemas maritales.
Cuando me acerco a ella se perturba se pone notoriamente nerviosa, eso me gusta. Me ponen loco sus caderas anchas y fina cintura acentuada por sus zapatos y botas de tacón. Ella capta mi mirada es tan obvio que mis otras compañeras se dan cuenta pero como nunca le he tocado un pelo no hacen habladurías o comentarios. Hace ya tres años que nos vemos en el mismo trabajo.
Pasó el tiempo y a alguien se le ocurrió organizar un viaje en excursión a Argentina, debido a diferencias cambiarias era barato Argentina así que cobramos el aguinaldo y partimos el fin de semana siguiente.
Salimos viernes de noche llegando sábado a la mañana. Ese país es bonito, El Obelisco, Teatro Colón, el Rosedal de Palermo, el Shopping Abasto, La Boca es solo un ejemplo de lo que visitamos, se te va el día.
Se come muy bien y nos salió barato. Cansados volvimos al hotel donde pasaríamos la noche de sábado para domingo, buscamos un restaurante cercano y cenamos todos juntos.
Los dos choferes y yo éramos los únicos varones del grupo de 12, así que se me asigno una habitación para mí solo, contigua a la de las chicas. Eran ya la una de la madrugada y después de dar vueltas y vueltas en la cama me vestí. Salí a tomar un poco de aire, había pasado ya una hora. En el pasillo me cruzo con una figura conocida. Era Virginia.
-“¿No tienes sueño?”-le pregunto.
-“No, estoy desvelada”-me responde.
-“¿Las chiquilinas?” añado.
-“Duermen como troncos”- responde.
-¿Qué tienes en la mejilla?-le pregunto y me acerco, cuando menos se lo espera le robo un beso.
-¡No!!Tú eres casa…! , no le dejo terminar la frase y jugueteo con mis labios sobre los de ella, siento sus manos que me empujan y me separan de ella.
-“Tú me deseas tanto como yo a ti”-, le digo besándola nuevamente.
-“No debemos…no esta bie…”-siento como la presión de sus manos cede, la noto agitada, su corazón late, bajo mis manos por su espalda hacia sus nalgas enfundadas en ajustados jeans.
Mi habitación está a solo dos metros, la tomo de la cintura la beso y la empujo hasta la puerta y la introduzco en mi dormitorio. Como desesperados y corriendo contra el tiempo nos desnudamos mutuamente. Ella es vergonzosa y no me deja sacarle la ropa interior se acuesta en mi cama y se tapa con las sabanas me meto con ella y me quita el slip, yo a ella el sostén y su pequeña bombacha, meto mis manos entre sus piernas, esta mojada, un tren con locomotora y vagones le entraría. Busco y encuentro sus pequeñas tetitas, buceo bajo las sábanas, encuentro sus pezones y se los como, bajo lamiendo su piel hasta su pubis, la fornico con mi lengua sacándole suspiros, ella luego caliente muy caliente, me empuja a un lado de la cama y boca arriba me monta, toma mi verga erecta y la introduce en su húmeda y receptiva conchita, mueve en forma experta sus caderas hasta llegar a un ahogado y contenido orgasmo, lo manifestó en forma de un gran suspiro y beso en mis labios. La arrojo al lado de la cama a ella y boca arriba la destapo la observo extasiado ,totalmente desnuda para mí, me pongo sobre ella y lentamente la penetro observando como mi falo, erecto, entra en vulva y se pierde dentro de ella, ella gime, me excita, sus piernas me enganchan por detrás de mi espalda y me presionan contra ella, mi cabeza de abajo solo piensa en derramarse dentro de ella y darle ese hijo de soltera que siempre manifestó querer antes que le pasen los años, ver como día a día le crece el vientre con mi vástago dentro fue una idea que paso fugazmente por mi cabeza, pero predomino la idea de mi cabeza sobre los hombros, derramándome fuera de ella sobre su vientre. Saciados uno del otro y con el miedo de que noten su ausencia ella acaricia me besa, se viste y se va, aún oliendo su piel a elixir de varón.
Domingo a la mañana las encuentro a todas en el hall y nos disponemos a desayunar, está ella, me mira sonríe y luego baja la vista para no hablar con sus ojos delatores.
Dejamos Argentina, días más tarde me habla a solas, -“Lo que pasó fue un accidente, un error y debemos olvidarlo”-me dice.
-“Puede, pero yo no voy a olvidarlo fue hermoso y no creo que tu lo olvides”-le respondo.
Bueno no hemos repetido, seguimos tan compañeros y amigos como antes, nos vemos en el trabajo tres veces por semana les aseguro que ella el día que quiera un hijo yo seré el primero en ofrecerse a dárselo. No sé que nos depara el futuro…